
Portada del Diario de Burgos de 29 de diciembre de 2015 (Biblioteca Virtual de Prensa Histórica del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Justo es reconocer que en los últimos tiempos han sido bastantes las iniciativas sociales y públicas, algunas de ellas con significativas inversiones, para conservar o recuperar el riquísimo patrimonio histórico y cultural de la villa de Poza de la Sal, en Burgos.
Sin necesidad de hacer aquí memoria, basta echar un simple vistazo al programa de actividades en el pueblo para este mes de agosto de 2018 para constatar la emergencia de una nueva sensibilidad cultural que, aunque todavía pueda parecer insuficiente, veo con optimismo.
No es, por supuesto, la primera vez en que, frente a los tristes periodos de abandono y desidia, los pozanos viven un resurgimiento del legítimo orgullo de su tradición e historia. Prueba de ello es una desconocida e interesantísima información, de hace ya más de un siglo, que he recuperado de la hemeroteca y que a continuación comparto. Fue publicada en la portada del Diario de Burgos de 29 de diciembre de 1915. También El Castellano de 30 de diciembre de 1915 publicó una amplia crónica del acto con el título Recuerdos gloriosos.
A pie de página anoto algunos detalles historiográficos sobre el texto de Diario de Burgos, sólo para quienes tengan curiosidad por esas cuestiones.
DESDE POZA DE LA SAL. INTERESANTE CONFERENCIA
En la tarde del 26 de actual tuvo este vecindario una de las más felices, pues era la primera vez que oyeron hablar de historia de la patria chica, reuniéndose con este motivo el vecindario en su mayoría, sin distinción de sexos ni edades, en la sala capitular, siendo tan grande la concurrencia, que hubo necesidad de reunirse en la plaza pública, en espera del acontecimiento que había de celebrarse.
Era, pues, una conferencia que había de dar a las tres y media de la tarde el docto e ilustrado Padre Enrique Herrera, S.J.[1], acerca de los últimos descubrimientos históricos de Poza de la Sal[2].
Llegada la hora, hizo su presentación el señor conferenciante en el balcón del Ayuntamiento, para dirigir la palabra al vecindario, congregado en la plaza de la villa.
Vieja fotografía de la Casa del Ayuntamiento de Poza de la Sal, desde cuyo balcón el P. Enrique Herrera se dirigió el 26 de diciembre de 1915 a los vecinos.
Con la elocuencia y sencillez, que le caracteriza, una vez saludó a los reunidos, habló en primer término sobre “el estudio de las nuevas lápidas romanas”, diciéndonos que hace siete meses, no se conocía como originaria de Poza de la Sal más que una lápida romana, pero que en la actualidad eran siete: dos pertenecientes al siglo 1º; tres referentes a sacerdotes paganos y dos de otro orden[3], con cuya autenticidad de datos ha venido a probarnos el sabio historiador P. Fita[4], que Poza (hoy Poza de la Sal)[5] se llamó Flaviaugusta[6], cosa desconocida hasta hace muy poco tiempo por los mayores epigrafistas del mundo, pues ya Tolomeo[7] la colocaba en sus obras a la distancia de 12 kilómetros de Briviesca.
A continuación nos habló con alguna brevedad de numismática, haciendo una sucinta relación de varias monedas halladas en el término municipal de esta villa, y en los pagos de Milagro, La Vieja y la Salceda, tres de los cuales se hallan en poder del señor secretario del Ayuntamiento D. Juan de Dios Rodríguez, a quien el señor conferenciante tributó elogios, perteneciendo la una a la época de la República Romana del tiempo de Cayo Antonio, acuñada en el 80 al 82 antes de Jesucristo, tan bien conservada como si se hubiera acuñado en esta época; otra del tiempo del Imperio, época de Marco Aurelio Antonino, acuñada el año 161 después de Jesucristo, y la tercera con busto bárbaro e inscripción ibérica, haciendo referencia a otra cristiana con su correspondiente monograma[8].
Recordó los descubrimientos de las lápidas, debido en parte a gestiones e indagaciones hechas por el secretario de la Comisión de Monumentos de Burgos D. Luciano Huidobro[9] y del activo y entusiasta coadjutor de la parroquia de esta villa D. Fermín España.
No menor gloria corresponde de estos hallazgos e investigaciones a otro entusiasta del Arte, a nuestro ilustrado e inteligente párroco D. Melquiades Zúñiga y alcalde D. Benito Santamaría, que han coadyuvado con un éxito inesperado a la obra del conferenciante, dándole todo género de explicaciones y datos necesarios para el logro de sus aspiraciones, llegando al extremo de tener necesidad de perforar una de las paredes que constituyen el santuario de Nuestra Señora de Pedrajas para la extracción de una lápida, interesantísima en extremo, en opinión del P. Fita[10], viniendo a demostrar que Poza existía en el año 90 de la Era Cristiana, y reedificada en el año 970, leyendo un documento del conde Garci-Fernández, en el que por primera vez se hace referencia de Poza y sus salinas, leyéndose también una carta de Alfonso XI, dirigida a las Justicias de sus Reinos, organizando las salinas y ordenando que las sales se vendiesen con preferencia, citando en primer lugar los alfolíes de Poza, Añana y Rosío, dando como precio el de cuatro maravedises la fanega, y prohibiendo la entrada de sales de otros Reinos.
Fragmento de estela funeraria -con epigrafía latina- extraído en 1915 de los muros de la Ermita de la Virgen de Pedrajas, en Poza de la Sal, al que se refirió el P. Enrique Herrera en su conferencia. En la actualidad se encuentra frente al Retablo de la Virgen del Rosario de la Iglesia parroquial de San Cosme y San Damián. La foto que aquí se presenta fue realizada por el propio P. Herrera y publicada por Fita en el Boletín de la Real Academia de la Historia (T. LXVIII, 1916).
Merecen encomios los Cabildos Eclesiástico y Municipal por el apoyo que decidida y acertadamente han prestado en estos descubrimientos, cumpliendo con lo acordado por el Congreso recientemente celebrado en Valladolid[11].
Puso fin a la conferencia, haciendo el resumen, con una inspirada improvisación, nuestro venerable párroco señor Zúñiga, excitando a los pozanos a que contribuyan al resurgimiento de la historia de su pueblo, terminando con la frase “Nobleza obliga”, tributándole justos y merecidos aplausos.
R.
Poza, 27 de Diciembre de 1915.
Hasta aquí el texto completo de la información del Diario de Burgos. Dios quiera sea también una realidad hoy y en el futuro ese decidido y acertado apoyo de los “Cabildos Eclesiástico y Municipal” para la recuperación del patrimonio cultural de Poza, enaltecido por el P. Enrique Herrera en un lejano 1915. Y que tampoco falte nunca esa responsable contribución de los pozanos al resurgimiento de la historia de su pueblo, a la que exhortaba el bueno de Don Melquiades al dirigirse a nuestros ancestros.
Jaime Urcelay
(Entrada actualizada el 11/01/2023).
[1] Enrique Herrera Oria (Santander, 1885 – Buenos Aires, 1951). Hermano del célebre Cardenal Ángel Herrera Oria (primer presidente de la ACdP), profesó en la Compañía de Jesús en 1900. De amplia cultura, desempeñó una importante labor docente, publicando un buen número de trabajos sobre Historia y Pedagogía. Sobre la arqueología de Poza solo le conozco “Descubrimientos ibero-romanos en la Bureba (Burgos)», memoria-informe presentado en el Congreso de la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias, celebrado en Sevilla en 1917 (Tomo VII, sección 5ª – Ciencias Sociales, Imprenta Clásica Española, Madrid 1921). En esta comunicación explica que canalizaba sus descubrimientos romanos en la Bureba a través de alguien tan autorizado como el P. Fidel Fita, para que fuera éste quien publicara sus conclusiones en el Boletín de la Real Academia de la Historia. Expresamente se refiere al yacimiento de La Vieja, a las dos lápidas con inscripciones que todavía hoy pueden verse en la Calle de las Procesiones de Poza, a la estela epígrafa incrustada en la fachada de la Hospedería de Pedrajas, a una pequeña ara de La Vieja y a dos pesas funerarias de ladrillo del mismo origen. Asimismo habla de los cinco sarcófagos procedentes de la necrópolis, también de La Vieja, y de abundantes monedas, de todo lo cual dio cuenta al P. Fita y éste se encargó de publicar, al igual que hizo con los otros restos romanos citados anteriormente. Deben señalarse también sus hallazgos de estelas-casa en Quintanaélez y Soto de Bureba, igualmente publicados por Fita. No es poca, como puede comprobarse, su contribución al conocimiento de los orígenes de Poza de la Sal. Hay que señalar que en la época de estos descubrimientos y de la conferencia a la que se refiere Diario de Burgos, el P. Enrique Herrera se encontraba en el Colegio Máximo de San Francisco Javier, establecido por los jesuitas en el Monasterio de San Salvador de Oña. Desde él eran frecuentes las excursiones arqueológicas por la zona, lo que dio lugar a un pequeño museo que, lamentablemente, fue dispersado al marcharse los jesuitas de Oña en 1967.
[2] En efecto, en el primer tercio del siglo XX se publicaron importantes descubrimientos arqueológicos pozanos, si bien en algunos casos se trató en realidad de “redescubrimientos”. Puede decirse que este periodo se inicia en 1905 con el primer artículo del P. Fidel Fita dedicado a Poza en el Boletín de la Real Academia de la Historia, en el cual identifica por primera vez los orígenes de nuestra villa con la ciudad autrigona de Salionca y da cuenta de la primera lápida romana (“Viaje epigráfico”, Boletín de la Real Academia de la Historia, T. LXVII, 1905), y prácticamente se cierra con las publicaciones de Julio Martínez Santa-Olalla sobre las ruinas de la ciudad romana de Flaviaugusta (“Antigüedades romanas de Poza de la Sal (Burgos)”, Anuario de la Prehistoria Madrileña, 1931-1932) y las estelas oikomorfas de La Vieja (“Las estelas funerarias en forma de casa en España”, Investigación y Progreso, Año VI, 1932, y «Monumentos funerarios célticos. –Las estelas-casas de la provincia de Burgos y sus relaciones con el Occidente de Europa», Boletín de la Comisión Provincial de Monumentos de Burgos, núm. 50, IV, Burgos, 1935). Hito fundamental de esta etapa de descubrimientos fue, en 1928, la increíble destrucción de restos arqueológicos con las obras del ferrocarril Mediterráneo-Santander y la recuperación de una parte de la necrópolis de La Vieja y, en concreto, de un buen número de estelas oikomorfas. Personalidades clave de esta auténtica edad de oro de la arqueología pozana fueron Luciano Huidobro, el jesuita portugués Eugenio Jalhay y Matías Martínez Burgos, además de los ya citados Fita y Martínez Santa-Olalla y del propio P. Enrique Herrera.
[3] Las más remotas menciones conocidas de epigrafías en Poza se remontan al siglo XVI. Se deben a los venecianos Andrea Navagero (ver Poza de la Sal en la literatura: “El Viaje hecho en España y Francia”, de Andrea Navagero) y Benedetto Ramberti («Epitaphia e diversis Orbis terra partibus Benedecti Rhamberti Veneti diligentia ae studio olim collecta, asque ab ejusdem exemplari nunc… manu descripta MDLXI», manuscrito de 1521 en la Biblioteca del Seminario de Padua, Italia). Al siglo XVII se atribuye un manuscrito de la Biblioteca Nacional con tres epigrafías (R. MSS/18227 y R. MSS/7879), tres reseña en 1796 el P. Saturnino Andrés Díez y de principios del XIX son las importantes y casi desconocidas referencias de Miguel Ortiz Otáñez a las que me referí en “Un manuscrito de 1806 sobre las antigüedades de Poza de la Sal”. El gran epigrafista alemán Emil Hübner recopiló, en 1869, las cuatro epigrafías pozanas del erudito y diplomático Ramberti pero, por error, identificó «Pozza» con Brozas (Cáceres) (“Corpus Inscriptionum Latinarum II. Inscriptiones Hispaniae Latinae”, Berlin, 1869, epigrafías 742, 746, 747 y 750), lo que explicaría la afirmación de Herrera sobre el desconocimiento de lápidas romanas en Poza. Fita se encargó de corregir en 1915 el error de Hübner, con quien colaboró. En 1976, José Antonio Abásolo y María Lourdes Albertos publicaron una sistematización de las epigrafías de Poza (“Acerca de unas inscripciones de Poza de la Sal” (Boletín del Seminario de Arte y Arqueología XLII, Valladolid, 393-407, 1976), a las que habría que añadir las que aparecen en doce de las estelas en forma de casa inventariadas por los mismos autores (“Los monumentos funerarios de época romana, en forma de casa, de la región de Poza de la Sal (Bureba, Burgos), Publicaciones de la Excma. Diputación Provincial de Burgos, Burgos, 1975). Martínez Santa-Olalla contabilizó en “Antigüedades romanas…” un total de 25 epígrafes latinos procedentes de Poza. En el pueblo pueden verse dos inscripciones conservadas en la Iglesia de San Cosme y San Damián y la ya citada de la calle de las Procesiones. El resto están en el Museo de Burgos, Museo Arqueológico de Cataluña, Granja La Vieja o desaparecidas.
[4] Fidel Fita Colomé (Arenys de Mar, Barcelona, 1835-Madrid, 1818). Sacerdote jesuita y notable erudito. Director de la Real Academia de la Historia desde 1912, desarrolló una ingente labor científica en diversas temáticas y épocas, pero fue sobre todo un gran epigrafista con especial dedicación a las inscripciones latinas. Dedicó a las antigüedades de Poza al menos cuatro artículos en el Boletín de la Real Academia de la Historia; dedicó otros dos a las estelas-casa de Soto de Bureba y Quintanaélez, respectivamente, conectadas con la necrópolis de La Vieja. A él debemos la reducción a Poza tanto de la ciudad autrigona de Salionca como de la romana de Flaviaugusta, que bien pudieron ser la misma en diferentes momentos. Se trata, no obstante, de un tema abierto.
[5] El cambio de nombre debe ser ya de la edad contemporánea; el documento más antiguo que conozco en el que aparece la denominación «Poza de la Sal» es de 1796, pero para su oficialización probablemente hubo que esperar a la división provincial y la subdivisión en partidos judiciales de la provincia de Burgos en 1834.
[6] Como ya he mencionado, la reducción de Poza a la ciudad romana de Flaviaugusta se debe a Fidel Fita, para lo cual se basó en diferentes epigrafías (ver “Epigrafía romana y visigótica de Poza de la Sal, Mérida y Alburquerque”, Boletín de la Real Academia de la Historia, T. 67, noviembre 1915).
[7] Creo que hay aquí un error de Herrera ya que Ptolomeo no cita Flaviaugusta sino la ciudad autrigona de Salionca, cinco minutos al norte de Briviesca (Geographia, II, 6, 52). Ninguno de los geógrafos antiguos menciona Flaviaugusta, si bien Fita cree posible que fuera una de las diez ciudades romanas que Plinio Segundo atribuyó a la región de los Autrigones, de las que solo nombró Flaviobriga (Castro Urdiales), Virovesca (Briviesca) y Tritium (Monasterio de Rodilla).
[8] En el mencionado trabajo “Antigüedades romanas…”, Martínez Santa-Olalla describe un total de 65 monedas de la antigüedad encontradas en los campos pozanos. También Fita en sus artículos de 1915 y 1916 describe algunos de los hallazgos de monedas ibéricas y romanas en Poza, en buena parte debidos al P. Herrera. Ver Los denarios ibéricos de Poza de la Sal (Burgos).
[9] Luciano Huidobro Serna (Villadiego, Burgos, 1874- Burgos, 1958). Benemérito sacerdote de la Diócesis de Burgos. Fue alumno del Colegio español de Roma, en la que realizó estudios especializados de Arqueología Cristiana. Nombrado Archivero Diocesano de Burgos, ordenó y conoció a fondo su contenido, obteniendo una importante fuente para sus noticias históricas y artísticas, que amplió en archivos parroquiales y en el Archivo Histórico Nacional. Fruto de ello y de su incansable labor investigadora, fueron sus 142 publicaciones, entre libros y artículos. La que le dio más renombre fue el libro en tres volúmenes Peregrinaciones Jacobeas, con el que obtuvo en 1945 el Premio del Instituto de España. Durante más de 40 años perteneció a la Comisión de Monumentos de Burgo. Fue correspondiente de las Reales Academias de Historia y de Bellas Artes de San Fernando y miembro de diferentes instituciones. En lo que concierne a Poza, en 1905 redescubrió una lápida romana en los cimientos de una casa de la Plaza Vieja (ver el citado artículo de Fita “Viaje…”). En 1914 publicó el redescubrimiento, en el Santuario de la Virgen de Pedrajas, del sarcófago paleocristiano de la adoración de los Reyes Magos, del Taller de la Bureba (“Un monumento burgalés de antigua época cristiana”, Boletín de la Real Academia de la Historia, T. XLIV, 1914) (Ver también sobre ambos monumentos “Un manuscrito de 1806 sobre las antigüedades de Poza de la Sal” y “El sarcófago de Poza de la Sal o de la adoración de los Reyes Magos”).
[10] Se trata del fragmento de estela funeraria romana que hoy se encuentra ante el Retablo de la Virgen del Rosario, en la Iglesia de San Cosme y San Damián, en Poza. La pieza estaba incrustada en uno de los balcones de la antigua hospedería del Santuario de la Virgen de Pedrajas, donde fue localizada, como ya se ha dicho, precisamente por el P. Enrique Herrera el 26 de noviembre de 1915, muy poco antes, por lo tanto, de su conferencia en Poza. Fita dio cuenta del hallazgo en “Nueva inscripción romana de Poza de la Sal, villa del Partido de Briviesca, en la Provincia de Burgos” (Boletín de la Real Academia de la Historia, T. XVIII, 1916). Puede verse también sobre otros antecedentes de este monumento “Un manuscrito de 1806 sobre las antigüedades de Poza de la Sal”.
[11] Debe referirse al 5º Congreso de la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias, celebrado en Valladolid los días 17 a 22 Octubre de 1915, a cuya inauguración asistió Alfonso XIII. Precisamente en este Congreso el P. Enrique Herrera presentó el manuscrito inédito de Barreda, benedictino de Oña del siglo XVIII, que describe ampliamente el Monasterio de San Salvador de Oña. Sobre este mismo documento publicaría después el libro «Oña y su Real Monasterio, hoy Colegio de PP. Jesuitas, según la descripción inédita del monje de Oña Fr. Iñigo de Barreda», Gregorio del Amo Editor, Madrid, 1917.