“Vida oculta” (A Hidden Life, EEUU, 2019), ahora en las carteleras españolas, es una película muy especial de un director y guionista, Terrence Malick (“Días de gloria”, “La delgada línea roja”, “El Árbol de la Vida”…), no menos peculiar. Nada que ver con lo convencional.
Por eso, atreverse con esta larguísima cinta -casi tres horas- requiere ir a la sala de cine con una disposición diferente de la habitual. Así me lo presentó mi hija Ichi, cuya sensibilidad quedó confirmada una vez más. La agradezco inmensamente su insistencia; pocas veces me ha conmovido con tanta hondura una película.
¿Y cuál es esa disposición previa? Como Ichi me dijo, ir a ver “Vida oculta” abierto a dejarse envolver por una belleza poco común y a ser interrogado suavemente respecto a algunas de las cuestiones más esenciales sobre la vida y nuestra condición humana. No es poco, es verdad; pero la experiencia merece la pena.