«La Promesa»: el Genocidio Armenio, por fin en Hollywood

Es llamativo el silencio que se cierne sobre el cruel genocido del pueblo armenio, llevado a cabo entre los años 1915 y 1923 cuando el Imperio Otomano  masacró sistemáticamente a más de un millón y medio de personas pertenecientes a esta antiquísima etnia, históricamente la primera comunidad nacional que adoptó el cristianismo como religión propia.

Esta ley del silencio no puede desvincularse del que ha guardado al respecto el cine, cuya influencia cultural sabemos que es decisiva en nuestro tiempo. Una injusticia que afortunadamente ha comenzado a encontrar reparación con el estreno de la superproducción de Hollywood La Promesa (2016), ahora en las pantallas españolas.

Coproducida por los Estados Unidos y España, la cinta está dirigida por Terry George –Hotel Rwanda– y protagonizada, en sus tres papeles principales, por Oscar Isaac, Charlotte Le Bon y Christian Bale. Con el telón de fondo de la historia de las matanzas y posterior diáspora sufridas por los armenios, el hilo argumental se desarrolla en base al dramático triángulo amoroso entre un estudiante de medicina armenio, una joven institutriz también de esta comunidad y un corresponsal norteamericano de la agencia AP.

Pude ver ayer por fin la película y personalmente me resultó convincente, sin llegar tampoco a lo extraordinario. Creo que mantiene en todo momento ese ritmo y esa tensión narrativa que hacen que el cine comercial nos resulte interesante y entretenido. Y, en lo que soy capaz de juzgar, La Promesa me pareció que está bien interpretada, con una ambientación  impecable para la que los productores no han escatimado recursos.

Respecto al tema de fondo, poco era lo que de antemano yo conocía sobre la tragedia de la comunidad armenia. Sí me había tocado el corazón de una manera especial el contacto con estas sencillas gentes en su barrio de la ciudad vieja de Jerusalén, cuando tuve el privilegio de peregrinar a Tierra Santa. En el Santo Sepulcro  pude asistir también a la celebración de sus antiquísimos ritos ortodoxos, en los que uno de inmediato siente la presencia del Misterio de lo sagrado.

La Promesa permite ahora a cualquiera entender bien lo que ocurrió y esto representa un impagable servicio a la verdad histórica, que da a la película, como comentaba una de mis hijas, un valor cultural añadido.

Según he podido leer, el reconocido historiador británico Ara Sarafian, uno de los estudiosos más importantes sobre el Genocidio Armenio, ha destacado que La Promesa es históricamente precisa y que los productores no se tomaron ninguna licencia para ir más allá del material histórico sobre la cuestión.

Pero junto a esta fidelidad al dato histórico en su ambientación, La Promesa aporta algo que creo no es menos importante cuando de buen cine se trata: la capacidad de conmover al espectador, en este caso con el sufrimiento de nuestros semejantes.

Jaime Urcelay

 

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