En un tiempo en el que pareciera que la apelación a la moral es algo represivo y reaccionario, Steven Spielberg nos propone en El puente de los espías (2015) una bien trabada parábola sobre la integridad personal y la fidelidad a la conciencia más allá de cualquier adversidad.
Ambientada en la guerra fría entre norteamericanos y soviéticos de los años 50, se trata de una película de espías poco convencional -basada en hechos reales- y de gran calidad cinematográfica, como corresponde a un director de la talla y la madurez de Spielberg.
El guión es de Matt Charman y de los hermanos Ethan y Joel Coen. Sos sus principales actores Tom Hanks, quien interpreta al abogado James Donovan, y Mark Rylance, en el papel del espía soviético Rudolf Ivánovich Abel. Rylance obtuvo el Óscar al mejor actor de reparto, un título que me encantaría revalidase por su reciente y espléndida interpretación en Dunkerque (Chistopher Nolan, 2017).