Con el enigmático título de La quema de Poza, mi buen amigo Carlos González Unda (Burgos, 1947) acaba de publicar su quinto libro sobre temas históricos de la localidad burgalesa de Poza de la Sal (1).
Como las anteriores, nace esta nueva obra de la insaciable curiosidad del autor en la búsqueda, como él mismo escribe en el prólogo, de «esos detalles que nos llevarán a recomponer los capítulos oscuros» de la historia pozana.
Su ya antiguo desconcierto ante ciertos «detalles extraños» en la construcción de las casas del pueblo y el hallazgo de una misteriosa y aislada mención en el testamento de Doña Sancha de Rojas (1385) de «la quema de Poza», son los impulsores de un amplio viaje por aspectos diversos de la villa, en el que se entremezclan -con el característico tono cercano de Carlos- la evocación de recuerdos personales y algún pequeño relato de ficción, con la investigación documental de diferentes momentos del transcurso histórico de Poza.
Poza en el nacimiento de Castilla
Punto de arranque del viaje que González Unda nos propone son las huellas del nombre de Poza durante la repoblación y el nacimiento de Castilla (capítulo 3). Huellas que, escudriñando viejos cartularios monacales, inevitablemente conducen al protagonismo de la villa por la explotación de la sal.
Indaga también el autor el «apagón documental» de nuestro pueblo en los siglos XI y XII (capítulo 4), para llegar, ya a finales del siglo XIII, al nacimiento del Señorío de Poza y Pedrajas, otorgado por el rey Fernando IV de Castilla en 1298 a su leal merino Juan Rodríguez de Rojas. Muy pocos años después, sostiene González Unda, se habrían construido, con propósitos defensivos, la casa palacio, las murallas y el actual castillo (capítulo 5).
Recomponer la genealogía de los Rojas
Llegados a este punto, la investigación afronta la ardua tarea de ordenar y recomponer la genealogía e historia de los Rojas, Señores de Poza, hasta llegar a la creación del Marquesado en 1530. Una historia que tiene como fondo la convulsa situación política de Castilla (capítulo 6)
Importante alto en el camino de su narración histórica es la cruel guerra civil que, entre 1351 y 1369, enfrentó a Enrique IV con su hermanastro Pedro I, en la que hay que encuadrar los desmanes provocados por Eduardo de Woodstock -el llamado Príncipe Negro, antiguo aliado de Pedro I- en tierras de La Bureba, con motivo de su retirada tras la batalla de Nájera, en 1367. González Unda aporta documentación de los atropellos en los monasterios de Vileña y Oña (capítulos 7 y 8).

Este es el escenario en el que el autor se aventura a situar «la quema de Poza», que sirve de título al libro y de la que no existe más registro documental que la mención del testamento de Sancha de Rojas y Velasco, de 1385, a la que ya me he referido. Además, la atención a la citada señora lleva a González Unda a revisar a fondo, de forma crítica, los datos contradictorios sobre la fundación del Monasterio de Santa Clara, en Castil de Lences, generalmente atribuida a aquella.
La historia de los Rojas tiene continuidad en el capítulo 9 con el relato de la participación de Diego de Rojas y su hijo Juan en la guerra de las Comunidades, tomando partido por los imperiales, hasta llegar a la creación del Marquesado de Poza en 1530 y la transitoria caída en desgracia de la familia con ocasión del Auto de Fe de 1559.
De Poza a Poza de la Sal
Nuestro autor se adentra a continuación, ya a partir del capítulo 10, en un pormenorizado rastreo documental del cambio de nombre de la villa, desde el simple «Poza» del siglo X hasta su actual denominación oficial de «Poza de la Sal», cuyo origen hay que situarlo en la subdivisión en partidos judiciales de la nueva provincia de Burgos en 1834.

Particular interés tienen en ese itinerario por la denominación de nuestra villa las referencias censales, prolijamente recopiladas en el capítulo 11, hasta llegar al importante Diccionario Geográfico de España de Tomás López de Vargas Machuca (1730 – 1802) y las pioneras y ocasionales apariciones en el mismo del nombre «Poza de la Sal», según puede verse en el mapa del Arciprestazgo de Salas de Bureba y en la descripción del lugar de Padrones de Bureba (firmada en 1796 por D. Joseph Ojeda, cura y beneficiado de la parroquia de dicho pueblo entre 1771 y 1811).
Por último, resulta sin duda de gran interés la inclusión en el libro de un amplísimo capítulo de anexos documentales, en el que se transcriben, de manera literal, un total de cuarenta y siete documentos relacionados con Poza, prácticamente todos de época medieval. Completa el volumen una extensa bibliografía.
No cabe, en fin, sino terminar esta nota agradeciendo a Carlos González Unda este nuevo esfuerzo para seguir desvelando los muchos aspectos de la historia de la villa de Poza de la Sal que, a día de hoy, siguen cubiertos por una espesa niebla. En lo personal, le agradezco también la generosa dedicatoria con la que me ha honrado en las primeras páginas de su libro.
Jaime Urcelay
(1) El libro ha sido autoeditado por su autor (cunda02@hotmail.com), Madrid 2023, 396 págs. Puede adquirirse a través de Amazon. Anteriormente ha publicado Poza de la Sal. 16 retazos de historia, Alto del Milagro. Una historia posible, La casa palacio de los Marqueses de Poza y Huellas del pasado en Poza de la Sal, todos ellos disponibles también en Amazon.