«Romance de Poza de la Sal y paisaje rimado de la Bureba», de Bonifacio Zamora (1901-1990)

Quienes hayan tenido ocasión de leer los dos libros de referencia sobre Poza de la Sal, obra, respectivamente, de Feliciano Martínez Archaga y Fray Valentín de la Cruz (1), posiblemente recuerden algunos versos y estrofas sueltos que, intercalados con el texto, refuerzan el tono evocador que uno y otro autor necesitaban al referirse al rico patrimonio cultural de nuestra villa. Dichos fragmentos poéticos, en general muy breves, aparecen firmados por «B. Zamora».

Buscando la procedencia de esas rimas, he llegado hasta un largo poema del culto y fiel sacerdote, poeta y dramaturgo, Bonifacio Zamora Usabel (Quintanalara, Burgos 1901 – Burgos, 1990) (2), quien gozó en vida de un considerable reconocimiento y cariño en los medios culturales y entre las gentes de Burgos. Así lo he confirmado al repasar las colecciones de la prensa local, especialmente de los días que siguieron a su fallecimiento el 18 de enero de 1990 (3). El poema lleva por título «Romance de Poza de la Sal y paisaje rimado de la Bureba» y fue publicado en el año 1950 (4).

Pese a su extensión, estoy seguro de que, quienes sienten Poza y la Bureba, disfrutarán con el poema completo dedicado a nuestra historia y nuestra tierra, del injustamente olvidado Bonifacio Zamora.

ROMANCE DE POZA DE LA SAL Y PAISAJE RIMADO DE LA BUREBA

Candor de sal en el agua.
Color de grana en la piedra.

Poza de la Sal cristales
pule y la grana cincela,
para ser el más hermoso
mirador de la Bureba.

Por las calles de la villa,
van la historia y la leyenda,
en su clámide de siglos
hasta los ojos envueltas.

Silencios de cal y canto,
misterios de callejuelas
y en poético contraste
murmullos de agua parlera.

Por las calles empedradas
de dura ofita resuenan
pasos de lictores, golpes
de fasces sobre la piedra,
ingeniería romana
que dos milenios recuerda.

Al castillo de los Rojas
suben mesnadas guerreras,
evocadas al conjuro
de reconquistas medievas.
Todavía las murallas.
por los ojos de sus quiebras
-ojos insomnes de lucha-,
parece que están alerta.

Pero en el fondo del valle,
que el alegre Omino riega,
se han sucedido por tiempos
al turbante la arboleda,
a los corceles las yuntas
y a las lanzas las estevas.

Gubias esculpen cuarteles
en escudos de madera.
Gubias que labran retablos
para divinas realezas.
Orfebres burilan oro,
cruces de plata nielan.
El oro y la plata bordan
primores sobre la seda.

Cortejo de embajadores
cautivos, con apariencia
de libertad, han llegado
a los palacios del César.
Carteles de desafío
de la Francia y la Inglaterra,
indiscreciones de Roma
y jactancias de Venecia
en el famoso castillo
tienen solemne respuesta.

Candor de sal en el agua.
Color de grana en la piedra.

Desde el mirador de Poza
en esta mañana espléndida,
paisaje espléndido en una
variedad de monte y gleba.

Al pie, tendida en una alfombra
de viñedos y de huertas.
Julio soltó sus collares
de guindas y de cerezas.
Ya maduran las manzanas
y las uvas colorean.

Pedrajas luce el encanto
romántico de sus piedras.
Pedrajas -Dile a la Virgen,
pozano, todas tus penas,
esas que a todos se callan,
porque nadie las consuela-.

Cabellera de pinares
y Oña detrás de su Mesa.

Allende esa gran muralla,
se esconde una fortaleza.
Por donde el Príncipe Negro
pasó, capitán de presa,
capitanes de Loyola
enarbolando banderas
-las banderas son de Cristo-,
cruzados capitanean.

Hasta el Portillo de Busto,
fuerte guarnición de peñas.
Más allá, los Obarenes
haciendo la centinela
de Pancorvo, con sus grandes
alabardas de roqueda.

Por este otro lado, montes
y montículos y cuestas.
Alturas que dan al páramo
peladas y cenicientas.
Tentáculos gigantescos
de un pulpo de cordillera.

Campo labrantío, en frente.
Polígonos y parcelas.
Peines de surcos. Barbechos.
Carriles. Villas y aldeas.
Sobre los tejados grises,
las torres de las iglesias.

Pero no veo el antiguo
monasterio de Vileña.
Ni el devoto santuario
aquel, en que una princesa
mora y cristiana -Casilda-
duerme en el Señor y vela,
durmiendo, el sueño de quienes
despiertos, sueñan con ella,
con el halda, entre las rosas,
toda de milagros llena.

Tampoco veo los Lagos
de San Vicente. ¡Qué pena!
En esta mañana azul,
los Lagos mintiendo piedras
preciosas, bellos zafiros
azules me parecieran.

Candor de sal en el agua.
Color de grana en la piedra.

Desde el mirador de Poza,
paréceme la Bureba
rico tapiz de trigales,
de viñedos y de huertas.
Oro las espigas, plata
los ríos y el campo seda.
Bordadura los poblados
y relieves las iglesias.

Orla de tapiz, las cumbres,
roquedales y pinedas.

Desde el mirador de Poza
la fantasía despierta
las imágenes dormidas,
que con metáforas sueñan.
¿Qué dice la fantasía
la imagen, en la cadencia
de la metáfora, musa
querida de los poetas?
Dice una corte, unas damas
de la corte y una reina:
que las damas son las villas,
que la corte es la Bureba,
que la reina de las damas
y de la corte es Briviesca.

Bonifacio Zamora Usabel (1950)

Por la transcripción,

Jaime Urcelay

(1) Me refiero a Poza de la Sal y los pozanos en la Historia de España, de Feliciano Martínez Archaga (Imprenta Monte Carmelo, Burgos, 2009, 2ª ed.) y Poza de la Sal. Cuerpo y alma de una villa milenaria (Editorial La Olmeda, Burgos, 1992).

(2) Para los datos biográficos de Bonifacio Zamora, puede verse el Diccionario de la Cultura de Burgos. Siglo XX, de Fernando Ortega Barriuso (Editorial Dossoles, Burgos, 2001), pág. 688. Distante ya su muerte, ha sido recordado también por su estrecha amistad con el poeta Manuel Machado y su mujer, Eulalia Cáceres, amistad que hizo posible la donación a la Diputación de Burgos y la Institución Fernán González, en 1948 y 1977, del llamado «fondo machadiano de Burgos», que incluye, no solamente todos los libros, documentos, obras de arte y objetos personales de Manuel Machado, sino también los «papeles» de su hermano Antonio (ver Los papeles de Antonio Machado, vol. 1 parte 1, Diputación Provincial de Burgos, 2004).

(3) Sirvan de ejemplo: «Sentimiento en Burgos por la muerte del poeta y beneficiario de la S.I.C. don Bonifacio Zamora» y «En memoria del ilustre poeta don Bonifacio Zamora», de Ernesto Ruiz y González de Linares, ambos en Diario de Burgos, 19 de enero de 1990.

(4) El Romance fue incluido en su libro Temas y Paisajes (Poemas de Burgos), Diputación Provincial de Burgos, Burgos, 1950. Hay una reedición de 1987 publicada por la Caja de Ahorros del Círculo Católico. No se trata del único poema en que Bonifacio Zamora se refiere a Poza. En su librito De paseo por tierras burebanas (Burgos, 1970) se contienen otros dos: «La Bureba» y «Madrugada».

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