«La Banda de Música de Poza de la Sal 1891-2019», de Manuel Gil y Laura Alonso: desvelando una historia asombrosa

Con una bonita edición, auspiciada por el Ayuntamiento de Poza de la Sal (Burgos) y la Asociación Músico-Cultural Santa Cecilia, el pasado 21 de septiembre fue presentado en el Auditorio Martín de la Fuente el libro “La Banda de Música de Poza de la Sal 1891-2019. Historia y pasión”, del que son autores Manuel Gil y Laura Alonso (1).

La aparición de una nueva publicación sobre temas pozanos es siempre una buena noticia y con especial motivo en este caso, al ser precisamente la música una de las señas de identidad más características de la villa burgalesa.

La música en Poza de la Sal es, en efecto, un fenómeno digno de admiración por su largo y profundo arraigo popular y por la personalidad con la que se ha ido transmitiendo, generación tras generación, hasta llegar a nuestros días. Una tradición, por lo demás, muy unida a otros dos rasgos inseparables del alma milenaria de este pueblo: el espíritu festivo y la religiosidad, expresada en sus ancestrales devociones populares, entre las que sobresale la dedicada a la Virgen de Pedrajas.

Aunque no es la primera publicación sobre la música y la ya más que centenaria Banda de Poza (2), quedaba mucho por buscar y contar, y esta es la encomiable labor que han llevado a cabo, hasta donde les ha sido posible a lo largo de dos años de investigación y recopilación de materiales, los autores de este nuevo libro.

De los gaiteros y redoblantes del XVIII y XIX al actual Festival Nacional de Charangas

Dos son, a mi juicio, los principales valores a destacar de esta importante novedad en la bibliografía sobre Poza.

El primero de ellos es la reconstrucción de la historia de la Banda y de la Academia, a la que, aunque con periodos de lagunas por los vacíos documentales -especialmente entre 1911 y 1946-, podemos ahora acceder con mayor detalle.

La recuperación de lo ya conocido y la investigación en el Archivo Municipal y en documentos custodiados por los familiares de los músicos, ha permitido a los autores trazar una historia bastante completa, hasta llegar a la pujante realidad de la Banda de hoy, con más de medio centenar de músicos, una cifra llamativa si se tiene en cuenta que Poza no llega a los trescientos habitantes. Una aventura llena de adversidades e incertidumbres, pero también de fidelidad y entrega de muchas generaciones de músicos aficionados, hijos del pueblo.

Imagen de finales del siglo XIX de la que bien pudo ser la primera Banda de Música de Poza de la Sal, fundada por el Ayuntamiento en 1891. A desentrañar los detalles de esta enigmática foto, conocida en 2009, está dedicado uno de los primeros capítulos del libro de Gil y Alonso. Los autores identifican en la imagen (sentado, en el centro) a Máximo Fernández Barrasa, primer director de la Academia y Banda Municipal de Poza de la Sal (Foto: Gaspar Ibáñez).

El libro remonta esta historia a los gaiteros y redoblantes (dulzaineros y tamborileros) de los siglos XVIII y XIX y, sobre todo, a la creacion de la Academia de Música por el Ayuntamiento, el 24 de noviembre de 1891. A partir de ahí, Manu Gil y Laura Alonso eligen como hilo conductor del relato las sucesivas figuras de los directores de la Banda y la Academia, dos realidades que siempre estuvieron entrelazadas.

Bastantes páginas de la obra están dedicadas a algunos aspectos concretos, como son la pequeña historia de las diferentes orquestas independientes que, espontáneamente, constituyeron los músicos formados en la Academia y la Banda para ganar un dinero adicional al de sus respectivos oficios; los viajes de la Banda a Madrid para intervenir, en dos ocasiones, en la televisión; la presencia de la mujer; los compositores pozanos; y, finalmente, el Festival Nacional de Charangas, que desde 2013 se celebra en Poza con notable éxito de participantes.

Preciosa imagen de 1912, tomada en el pueblo de Masa, en la que puede verse a los músicos pozanos Fausto Díaz ‘Mordarán’, Marcos Sanjuanes y Francisco García Güémez ‘Gaitero’. Marcos Sanjuanes Saiz, un hombre muy de la música y muy religioso, tuvo a su cargo durante treinta y seis años la Banda y la Academia pozanas, a las que dio un importante impulso. En 1978, el pueblo de Poza le dedicó una calle en el soportal de Tambilla. Todavía hoy su persona es recordada con admiración y respeto por los músicos de mayor edad (Foto: Juan Luis Sanjuanes).

Un álbum de testimonios personales e imágenes para la memoria

El segundo valor al que me refería del libro de Gil y Alonso es la presentación de un atractivo álbum de testimonios personales y fotografías relacionados con la historia y la realidad actual de la música en Poza.

Muchos son, efectivamente, los recuerdos y anécdotas personales que, a lo largo de la obra, se recogen en forma de textos breves, acompañados de una pequeña imagen de sus respectivos autores. Y muy abundantes son, asimismo, las fotografías recopiladas, representando una interesante aportación a la etnografía pozana.

En una fotografía de principios de los 70, la Banda de Poza de la Sal en la escalinata de la Iglesia parroquial de San Cosme y San Damián.  Gonzalo Solas «Gonzalillo» era en aquel tiempo su director (Foto: «La Banda de Música de Poza de la Sal»).

Dan estos elementos un carácter visual -y vital- al libro que comento, logrando además que no se pierdan -como, lamentablemente, ha ocurrido con tantas cosas de Poza- estas vivencias e imágenes.

La historia de la Banda de Poza de Gil y Alonso cobra así su rostro más humano y entrañable, proporcionándonos una lectura amena y -por qué no decirlo- también divertida, al encontrarnos con sucedidos que, en nuestra mentalidad de hoy, parecen casi inverosímiles.

Reflexión final sobre una historia asombrosa

Hasta aquí el libro de Manu Gil y Laura Alonso, que -pese a la discrepancia con algunos de sus enfoques- es bienvenido desde el cariño por Poza y sus gentes y el aprecio de su patrimonio cultural y sus tradiciones.

Pero la historia de nuestra Banda de Música suscita un interrogante de fondo que va más allá de los puros datos históricos o las anécdotas: ¿cómo explicar, en medio de tanta precariedad, su continuidad durante tantísimo tiempo?

La Banda de Música de Poza de la Sal en los 80. Por esos años y después de una etapa de crisis, la formación experimentó una importante renovación por el impulso de Teodoro González “Tori” -director de la Academia de Música- y Casto Santamaría “Rubio” -director de la Banda- (Foto: Ayuntamiento de Poza de la Sal).

Al reflexionar sobre esta cuestión creo que es indispensable adentrarse en la comprensión de qué es lo que ha cohesionado, durante siglos, una comunidad humana como la de Poza, perfectamente identificable más allá de su asentamiento físico. Es esa comunidad, con sus valores y su cultura, la que, en mi modesto juicio, ha hecho posible esta asombrosa historia de pervivencia de la música y la Banda.

Y esa reflexión, si quiere ajustarse a la realidad, no puede esquivar, pese a la actual tendencia a secularizarlo todo, la relación de la Banda con la centralidad de la fe religiosa en Poza y  su espíritu vivificante, convertidos en filosofía existencial y cotidiana de los pozanos.

La Banda de Música de Poza de la Sal, en una imagen de 2013.  La dirigía entonces Casto Santamaría (delante y en el centro de la imagen). Los uniformes oficiales se estrenaron con motivo del centenario de la Banda en 1991 (Foto: Ayuntamiento de Poza de la Sal).

Esta vinculación es muy patente desde el nacimiento mismo de la Banda. Es significativo, por ejemplo, lo que dispone el primer Reglamento de la Academia de 1892 en cuanto a los días en los que los músicos, en unión del encargado de la misma, tenían obligación de asistir para tocar:

Año Nuevo, Reyes, Las Candelas, La feria del mes de Febrero, San José, Jueves Santo, Pascua de Resurrección, Segundo Pascua, San Marcos, La feria del primero de Mayo, La Ascensión del Señor, Pascua de Pentecostés, Domingo de la Trinidad, víspera del Corpus, Corpus Christi, Domingo del Señor, la octava del Corpus, San Pedro, Santiago, Nuestra Señora de Agosto, Nuestra Señora de Septiembre, Fiesta de Pedrajas, víspera de San Cosme, segundo día de San Cosme, verbena, El Pilar, los Santos, feria del mes de Noviembre, la Concepción, la Natividad del Señor, segundo Pascua, y los rosarios generales que se celebran en esta villa (3).

Efectivamente, las celebraciones religiosas han sido, desde antaño, la expresión externa y colectiva de esa filosofía de la vida a la que antes me refería.  Han marcado también el ritmo de los días de muchas generaciones de pozanos. Y en esas devociones populares la Banda ha tenido y tiene un lugar muy relevante. Es difícil pensar en nuestro pueblo sin sentir la emoción de los vigorosos sonidos, algo descompensados, de su Banda de Música acompañando el Rosario General por las calles, en las procesiones de Semana Santa o en la celebración de los santos, prolongada en el baile popular alrededor del templete de la música de la Plaza Nueva…

En esta imagen de 2017 los pozanos y su Banda de Música acompañan, como cada año, a la Patrona de la villa, la Virgen de Pedrajas, a su santuario (Foto del autor).

De esta forma se entiende -sin perjuicio, por supuesto, de otros factores también reales- el cultivo de la música en el hogar familiar desde que los pozanos son niños, el aprecio general a quienes forman parte de la Banda, o el respaldo que la misma ha tenido a lo largo de su historia por parte de las autoridades municipales y los sacerdotes de la parroquia.

La música y la Banda son, en fin, parte indisociable de una cultura popular en la que los pozanos han encontrado, durante siglos, un significado profundo y trascendente para sus vidas, en las alegrías y en las penas, en el duro trabajo y en la fiesta. Esa filosofía de esta tierra que uno de los últimos salineros, el señor Máximo, expresaba con tanta sencillez como sabiduría:

Trabaja, haz el bien que puedas, ten un duro en el bolsillo, sirve a tus amigos y perdona a tus enemigos, que la vida son cuatro días, y, al final, solo quedan las buenas obras para ser premiadas por Dios (4).

Jaime Urcelay

(Entrada actualizada el 14/01/2020).

(1) La edición, del presente año 2019, es del Ayuntamiento de Poza de la Sal.  Tiene 152 páginas y está profusamente ilustrada en blanco y negro y color. Puede adquirirse en el propio consistorio.

(2) En 2002, Benito García Valdivielso publicó, con la colaboración de Fray Valentín de la Cruz, el precioso libro «El folclore musical de la villa de Poza de la Sal (Burgos)», aportando la recopilación de las letras y las partituras de lo más destacado del singular repertorio de la Banda. Posteriormente, en 2009, la agrupación musical pozana grabó el CD «Una Banda con salero» con un total de 11 temas. El CD iba acompañado de un pequeño cuadernillo con las respectivas historias de la Banda y de la Academia de Música. Tanto el libro de García Valdivielso como el CD se pueden adquirir todavía en la Oficina de Turismo de Poza de la Sal.  Con ocasión del centenario de la Banda, Diario de Burgos dedicó dos interesantes artículos a su historia y, en general, a la música en Poza: «La Banda de Música de Poza de la Sal, en vísperas del centenario de su fundación», firmado por Alejandro Yagüe (01/07/1990); y «Centenario de la Banda de Música de Poza de la Sal», de Máximo Fuente Núñez (27/01/1991). Antes, el mismo diario había publicado, también de Máximo Fuente, «‘Faraón’, rey de la trompeta» (16/07/1989). Es interesante también el artículo «Apuntes sobre la Banda Municipal de Poza de la Sal» de César Espiga Gutiérrez (Amigos de Poza de la Sal, núm. 9, enero de 1985).

(3) Tomo el texto literal del mencionado reportaje de Alejandro Yagüe en Diario de Burgos.

(4) «Retratos pozanos», firmado por A.A. y publicado en Amigos de Poza de la Sal, núm. 5, enero de 1983.

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