Galeria (II). José María Ucelay Uriarte (Bermeo, 1903 – Bilbao, 1979), pintor original

El pintor José María Ucelay en 1947

NOTA.- En el  recorrido por los personajes ilustres del linaje Ucelay o Urcelay llego hoy al pintor José María Ucelay Uriarte (Bermeo, 1903 – Bilbao, 1979), bien conocido entre quienes se hayan acercado a la cultura vasca del siglo XX. El que fuera también Director de Bellas Artes del efímero Gobierno Provisional del País Vasco del principio de la Guerra Civil, es uno de los dos Ucelay o Urcelay que figuran en el Diccionario Biográfico Español de la Real Academia de la Historia.

Sobre él y su obra pictórica y escenográfica hay publicadas bastantes referencias fácilmente accesibles.  Muy poco -por no decir nada- es lo que aquí podría yo aportar de novedoso sobre su semblanza humana y artística o sobre el contexto cultural en el que vivió. Me limitaré, por tanto, a presentar una reseña de esos aspectos, tomada de los biógrafos del famoso pintor, para centrarme después en su genealogía familiar por vía paterna, es decir la de su apellido Ucelay, y, por último, en alguna consideración más personal.

Tomo como punto de partida -y llegada-  la tesis del profesor Kosme María de Barañano Letamendía, publicada en 1981 en el magnífico libro de gran formato «La obra pictórica de José Mª de Ucelay. Análisis Biográfico y Estético» (1). El trabajo de Barañano, exhaustivo donde los haya, es muy sensible a los aspectos genealógicos del artista .

José María Ucelay: de las vanguardias a una pintura definitivamente personal

José María Ucelay en 1922

Nace José María Ucelay y Uriarte el 1 de noviembre de 1903 en la casa solar de los Uriarte-Zurbituaga, en Bermeo (Vizcaya). Es el mayor de los los tres hijos del matrimonio formado porJosé Clemente Ucelay Ysasi (Abadiño, Vizcaya, 23/11/1868), brillante Ingeniero de Caminos, y de Concepción Uriarte Chirapozu (Bermeo, 01/04/1873), mujer de gran cultura musical perteneciente a una interesante familia vizcaína. Concepción es heredera de la casa solar de Chirapozu, en Busturia (Vizcaya), un lugar que resulta clave para comprender lo más esencial de Ucelay.

José María realiza los primeros estudios en Bilbao, donde pronto empiezan a aflorar sus inquietudes y habilidades artísticas y con ellas su resolución de ser artista-pintor, pese a los planes iniciales de su padre.  En la capital vizcaína entra en contacto con la Asociación de Artistas Vascos, con los que participa en sus primeras exposiciones, consiguiendo elogios y no pocas críticas por su pintura vanguardista. El arte de Ucelay -escribe por entonces un crítico en El Pueblo Vasco- desata la imaginación.

Ucelay en París, en busca de la novedad

En 1922, con 19 años, ve realizado su sueño: viajar a Paris, en busca de la novedad. Abre así, como escribe Barañano, una etapa de de estudio y reflexión, de vivencias y relaciones en el París extraordinario  de esa época y de lecturas de todo tipo. Entra en contacto con los nabis, fauves y postimpresionistas, conoce el cubismo y futurismo y se muestra muy interesado por el mundo oriental. De esta manera, leemos en  la Base de Datos de Arte Vasco ARTEDER, va creando su particular estilo en el que se aprecia un refinado y exquisito gusto artístico.

Neskatil-bat (Una muchacha) (1922), de José María Ucelay.  Museo de Bellas Artes de Bilbao. Fue expuesto en la Exposición de Artistas Ibéricos en Madrid, en 1925.

Sus estancias en París se complementan con desplazamientos a Bilbao o Madrid, la actividad de la Asociación de Artistas Vascos y sus primeras incursiones en el mundo del teatro.  En 1925 participa en Madrid en la Exposición de Artistas Ibéricos y al año siguiente realiza su segunda exposición individual en Bilbao, con favorable acogida. Delicadeza e invención son las dos cualidades más salientes de este artista, apunta en esos días el crítico Zuazagoitia.

Vuelta atrás de las vanguardias y retorno al clasicismo

1928 marca un punto de inflexión en el estilo de José María Ucelay. Hay a partir de entonces un retorno al clasicismo en el dibujo, iniciando una nueva etapa que culminará en 1933 con la realización del gran mural para el batzoki del PNV en Bermeo, formidable síntesis de la cotidianeidad de esta villa marinera.

Al comienzo de la Guerra Civil es designado director de Bellas Artes del Gobierno de Euzkadi y, en 1937, comisario de su  Sección en el Pabellón Español de la Exposición Internacional de París, donde se expondrá el mítico Guernica, de Picasso, despreciado por Ucelay, según apunta Barañano (2).

Exiliado al ser derrotado el Gobierno de Aguirre, forma junto con Manuel de la Sota el grupo artístico Eresoinka, para el que el Urcelay diseña trajes y escenografías.

Fragmento del lateral derecho del mural Bermeo (1933), de José María Ucelay. Batzoki del PNV, Bermeo. La mujer que aparece en el centro es Inés Achirica, su esposa.

De Londres al regreso a España en 1949

En 1939 se traslada a Londres, donde recibe varios encargos para la decoración de restaurantes y un trasatlántico, el Caronia.  Los temas serán marítimos, muy queridos siempre para él. En Inglaterra permanece hasta 1949, año en el que regresa a España, instalándose en la casa familiar de Chirapozu, en Busturia. Desde allí viaja con frecuencia a Madrid, donde asiste a exposiciones y se reúne con antiguas amistades. Sus principales temas pictóricos son en ese momento los bodegones, realizando también buenos retratos.

Por esos años recibe el encargo de Pío Baroja para ilustrar La guía del País Vasco y en 1955, probablemente todavía bajo la inspiración del libro barojiano, pinta su gran cuadro Danzas suletinas, expuesto un año después, sin éxito, en la XXVIII Bienal de Venecia. El lienzo, de gran belleza e interesantísimo contenido etnográfico, le aleja, por su estilo y los tipos humanos representados, de la que conocemos como pintura vasca.

Danzas suletinas (1955), de José María Ucelay. Colección BBVA.

Crisis de los 60 y 70

Los años 60 dan paso a una etapa de crisis personal y dificultades económicas para José María Ucelay. Distintos proyectos frustrados y  obras inacabadas jalonan esta última etapa, de la que hay que destacar el lienzo de Los caballeritos de Azcoitia y el mural del super petrolero Bilbao, así como la participación en el decepcionante traslado al cine, en el escenario de Chirapozu, de la novela La nueva vida de Pedrito de Andía, de su viejo amigo Rafael Sánchez Mazas. Participa también en algunas notables exposiciones en Bilbao.

Retrato de Inés (c.1957), de José María Ucelay. Colección Vda. de Ucelay.

En 1969 se recluye definitivamente en la casa materna de Busturia, sumido, como observa Barañano, en una resignación vital traducida en una pintura de caballete, sin prisas y sin urgencias, con abundamiento de línea y dibujo, en la que los cuadros se convierten en amalgama de recuerdos, y el barroquismo se impone en el resultado final del cuadro.

El artista fallece en Bilbao el día de Navidad de 1979.

De la entrada que le dedica la Base de Datos de Arte Vasco ARTEDER tomo esta valoración última de su obra:

De factura meticulosa y depurada, en la que domina el dibujo y la línea, la pintura de José María Ucelay parte del realismo para adentrarse en lo mágico y misterioso a través de la atmósfera con la que envuelve las figuras. Su magistral dominio del cromatismo consigue convertir la luz y sombra en una experiencia estética.

Paisaje (1977), de José María Ucelay. Colección Iberdrola.

UNA RAMA DE UCELAY QUE VA DESDE AGUINAGA Y Legazpi, EN GUIPUZCOA, a Mañaria y Abadiño, EN VIZCAYA

Pongo ahora la atención en la genealogía por vía paterna del famoso pintor, con el fin de que sea posible ubicarle en el linaje Urcelay o Ucelay.

Barañano, en su ya citada investigación, refiere que sus abuelos, los Ucelay Belaustegui, eran uno de tantos matrimonios vascos, del valle de Arratia, que con su trabajo y espíritu de sacrificio por los suyos se afanaron en las labores campestres y ganaderas para que sus hijos tuvieran una buena y apetecible dote y sus hijos una posición que tenía que basarse en algo distinto de la tierra y el caserío -los cuales debían ser perpetuados por el mayorazgo- pudieron dar a dos de sus hijos la carrera de Magisterio. Uno de ellos, Timoteo, se estableció en Abadiano y casó con Jacinta Isasi, de buena familia de Arrigorriaga. De este matrimonio nacieron cinco hijos por este orden José Clemente, Victoria, Félix, Isabel y Juan Antonio. A José Clemente -padre de nuestro artista- le dieron la carrera de Ingeniero. A Victoria e Isabel la de maestras, a Félix la de marina mercante, y a Juan Antonio la de médico.

El apéndice del libro de Barañano dedicado al árbol genealógico de Ucelay me ha servido también para reconstruir, sirviéndome de los registros sacramentales del Archivo Histórico Diocesano de San Sebastián y el Archivo Histórico Eclesiástico de Bizkaia,  la rama de los Ucelay o Urcelay del pintor, tal y como ofrezco a continuación:

Además de poder comprobar nuevamente las variaciones que a lo largo del tiempo han afectado a nuestro apellido (en este caso: Uçelay, Ucelai, Uzelay y Ucelay; José María Ucelay firmó también algunos de sus cuadros con la forma en euskera Uzelai), vemos que se trata de una rama procedente -al menos desde el siglo XVI y como la de mi propia familia, con la que enlaza- del barrio de Aguinaga (antes en Azcoitia y hoy incorporado a Zumárraga, en  Guipúzcoa, de cuya parroquia de Santa María dependió originariamente), que conecta por tanto con la casa solar originaria del linaje, en el barrio de Zubiaurre (hoy, Kalebarren) de dicha localidad de Zumárraga (ver La casa y solar de Ucelay o Urcelay, en Zumarraga (Gipuzkoa)).

En 1586 encontramos a los ancestros del pintor en Legazpi, Guipúzcoa, donde su rama familiar permanece hasta que Antonio Uzelay Aguirre pasa a  Mañaria (Vizcaya), donde había sido bautizada su esposa María Antonia Vildosola Urizar.  Y, como ya sabemos, el padre de José María Ucelay, José Clemente Ucelay Ysasi, fue bautizado tres generaciones después, en 1868, muy cerca: en Abadiño (Vizcaya).

La vieja casa-palacio de Chirapozu, en Busturia (Vizcaya), fundamental en la personalidad del pintor José María Ucelay

el genio de ucelay fue el genio de su hogar

Adentrarse en la peripecia vital de un ser humano es siempre una experiencia llena de sugerencias, que termina por enganchar.  Más aun cuando se trata de un artista tan personal como mi remoto pariente José María Ucelay, cuyo realismo mágico ha terminado por producirme, después de una cierta neutralidad inicial,  inquietud y ese deseo de descubrimiento de su obra al que Barañano se refiere al final de su impresionante biografía. La elegancia, la luz y el color de las pinturas de Ucelay son, en verdad, especiales.

El pintor José María Ucelay en la puerta de Chirapozu, en 1978 (Foto: Muguruza).

Rescato, finalmente, algo en lo que he creído reconocerme llegando ya al término del estudio de Barañano, excelente guía en este viaje por la personalidad y la obra de nuestro artista.

La vida de Ucelay fue una constante búsqueda, movida por el asombro. Y, al final, el mundo que buscaba resultó que siempre estuvo en la casa familiar, en Chirapozu, de donde él partió y donde acabó por volver.  Estaba, como puede rastrearse en su pintura, en sus objetos familiares, en las gentes de Busturia y su paisaje.  En, definitiva, en su tierra y sus raíces.

Escribía Mircea Eliade (la referencia es nuevamente del libro de Barañano):

El verdadero tesoro está en nuestra casa, en nuestra tierra nativa, el centro dador de vida y de calor que rige nuestra existencia, el corazón de nuestro corazón (…). Únicamente después de un viaje piadoso por una región lejana, por un país extranjero, por una tierra nueva, se nos podrá revelar la significación de esa voz interior que guía nuestra búsqueda (3).

Qué hermosas, por eso, las palabras finales de Barañano sobre su amigo y biografiado:

El genio de Ucelay fue el genio de su hogar.

Jaime Urcelay

(Actualizada el 20/09/2019).

(1) Caja de Ahorros Vizcaína, Bilbao, 1981. 207 págs. Hay una edición posterior de 1997 de la Fundación BBK, Bilbao.

(2) Como curiosidad, José María Ucelay aparece en la reciente novela de Arturo Pérez-Reverte «Sabotaje» (DeBolsillo, Barcelona, 2019), cuya trama gira en torno a un ficticio intento de sabotaje, por parte de los servicios de inteligencia de los nacionales, del famoso cuadro de Picasso.  Casi al final del relato afirma uno de los personajes: «¿Y sabes com lo ha descrito el propio Ucelay, el pintor vasco del pabellón?… Son siete por tres metros de pornografía que se cagan en Guernica, en Euskadi y en todo.» (pág. 363).

 (3) «La prueba del laberinto», Ediciones Cristiandad, Madrid, 1980, pág. 181.

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