Para encontrar lo verdaderamente valioso, lo que nos puede hacer felices y personas plenas, no son necesarios grandes arabescos intelectuales ni seguir caminos aparatosos. Esto va, sencillamente, de tratar de amar y dejarse amar, aceptando nuestra fragilidad como seres humanos. Algo que todos tenemos al alcance de la mano en nuestra vida cotidiana…
Esta podría ser una síntesis de lo más esencial de «Mi historia y once más», de Leonor Tamayo (*), un libro rebelde, a contracorriente de la asfixiante corrección política de hoy día. Casi doscientas páginas ágiles, frescas y directas, de esas que se leen de un tirón, en las que su autora -pura espontaneidad y sinceridad- comparte con el lector su experiencia vital y su día a día como mujer, esposa y madre de diez hijos.
Reivindicación de la identidad femenina
«Mi historia y once más» es, desde luego y tal como anuncia desde el principio, una reivindicación valiente y testimonial de la identidad femenina, del matrimonio y de la maternidad, a la que ya no estamos acostumbrados pese al sentido común y el realismo que la sostienen. De la complementariedad del hombre y la mujer, frente a los planteamientos ideológicos de un feminismo radical que, heredero de la dialéctica y el resentimiento marxistas, se nos impone, de forma implacable e intransigente, desde los centros de poder. Reivindicación, en fin, de la libertad de la mujer y de su dedicación voluntaria a la familia, núcleo vital y nutriente de nuestra humanidad.
Hay también en el libro un capítulo breve (el 5, «La participación social y política: una pasión y una vocación») en el que Leonor Tamayo hace una incursión por su compromiso cívico como presidenta de Profesionales por la Ética y de la plataforma internacional de mujeres Women of the World. Una faceta de la autora en la que personalmente he sido testigo directo de su generosidad y de una cualificación que nada tiene que envidiar a la que se exige en los entornos empresariales más eficientes y competitivos.

Presentación de Women of the World en el Parlamento Europeo, en Bruselas, el 3 de marzo de 2015. En el centro, Leonor Tamayo, impulsora de la iniciativa (Foto: WoW).
Invitación a un estilo de vida diferente
Pero hay algo más, de mucho fondo, en este sorprendente libro. A través de la sucesión de entrañables anécdotas personales y familiares que Leonor nos regala -sin mayores pretensiones, ¡solo «por si a alguien le sirve o simplemente le divierte»!- hay una propuesta consistente, sólida, de bienes para nuestra vida y de las virtudes personales cotidianas en las que aquellos se deben encarnar. Hay, al cabo, en esta biografía familiar un sentido subyacente de la vida que no es ideología sino realidad testimoniada por la autora del libro, su marido y sus hijos.
Es una inapelable invitación al lector a vivir la confianza y el abandono en Dios; a vivir la entrega amorosa a los demás, sin pensar en uno mismo, comprendiendo la singularidad y la grandeza de cada una de las personas que nos rodean.
Una invitación al desapego de lo material y a la vida alegremente austera; al aprecio de lo pequeño y sencillo, de los detalles casi invisibles de los que está trenzada la vida.
Una optimista y alegre invitación a aceptar y disfrutar la vida que nos ha tocado; y, muy importante, a comprender el valor del perdón…
Una invitación, en suma, a seguir un camino de felicidad muy diferente al de los espejismos de éxito personal que hoy nos aturden a través de los mega altavoces de la decadente y estéril postmodernidad, en la que el hombre ha olvidado su condición de criatura para creer que puede sustituir a Dios.
En definitiva y como concluye María San Gil en su precioso Prólogo del libro, «gracias, Leonor y Paco, por vuestro generoso ejemplo y por hacernos a todos un huequito en vuestra casa».
Jaime Urcelay
(*) Prólogo de María San Gil. Ediciones Áltera, Madrid, 2018. 196 págs.