No conozco datos documentados sobre el origen del conjunto de los lavaderos de Poza de la Sal. No obstante, el etnógrafo Elías Rubio se refiere a una vieja tradición según la cual fue obra de una cofradía llamada de San Enrique, a la que el Ayuntamiento pagaba un canon por la explotación de la fuente.

Donde sí es posible encontrar una antigua mención que parece estar referida a los lavaderos es en las Respuestas Generales al Catastro de Ensenada (1752). Aparece en el Libro de lo Real de los Bienes del Concejo, en el apartado de Pensiones:

Que están asignados para limpiar las pilas de la fuente, veinticuatro (reales).

De casi medio siglo después y bastante más explícitas son las noticias que, para el Diccionario del ilustre geógrafo Tomás López y por encargo del cabildo de la iglesia de Poza, ofrece el 14 de septiembre de 1796 el presbitero Saturnino Andrés Díez Guilarte (1):

En todos los términos del pueblo hai fuentes y buenas aguas, la que surte  es muy abundante, fluie por un caño para el cántaro, por otro para un bebedero de ganado, por dos a una pila de 40 pies en quadro que sirve con otra inmediata para labadero de ropa de uso ordinario, de éstas sigue otra en que se laba la ropa de enfermos y de ésta a otra en que se laba la de los ganados, costales etc. El caño de cántaro vaja a una pila menor  en que se laba la verdura y de ésta a otra igual en que se laban vientres, callos, etc y de una y otras se forman dos ramos de aguas con que se han regado siempre todas las huertas, tanto de sujetos particulares, como de los hortelanos, que han surtido el pueblo de toda verdura, es la más delicada del país, ajo, cebolla y puerros sin que falte en cada tiempo su especie un solo día. (…) La particularidad de la fuente actual es que sale devajo de las mismas salinas, sin percivir salobre alguno, mui fresca en verano y cálida en ymbierno, prueba de su profundidad».

El mismo Díaz Guiliarte hace ver que por aquel entonces la Fuente Vieja no resultaba de acceso fácil al encontrarse extramuros (la puerta de la muralla más cercana se llamaba precisamente de La Fuente, hoy desaparecida), con descenso (aunque bien empedrado) penoso para la gente y ganado y para muchos muy distante. Proponía por eso que se bajase encañada el agua de las fuentes llamadas de Aguila y la Naba (según se havía solicitado) que salen sobre el valle de las salinas.

Por su parte, Pascual Madoz, en su Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar (1849), dice lo siguiente:

Hay también en las afueras de aquella, una fuente abundantísima y de agua delicada, con pilones para beber las caballerías, y un lavadero cómodo y bien construido.

La Memoria de 1875

Tiene también interés la Memoria de las obras para la rectificación de la fuente de la villa de Poza, fechada en 1875. Tal y como reseña Elías Rubio en su referido trabajo sobre las fuentes en la provincia de Burgos, dicho documento se conserva en el Archivo del Ayuntamiento.

La Memoria contiene un plano de planta de todo el sistema, realizado y firmado en 1875 por Manuel Carrasco. Aparecen en él, según hace notar Rubio, dos lavaderos (el F y el E) que en la actualidad no existen, lo que indicaría que el proyecto no se llevó a cabo.

De interés resultan también la aparición en el plano de tres tenerías (donde se curten y trabajan las pieles) junto a los lavaderos y la existencia de una pescadería en la pared por la que fluye el agua.

De esa pescadería, que aprovecharía el frescor de la cavidad, no se guarda memoria en el pueblo, pero con ella podría estar relacionada esta mención del  P. Feliciano Martínez Archaga en su Poza de la Sal y los pozanos en la Historia de España:

Desde hace muchos siglos Poza cuenta con un establecimiento de pescado fresco que se traía directamente de los puertos de Laredo y Bilbao por “mulatero” que ordinariamente ponía el Ayuntamiento.

La limpieza por el sereno municipal

Rubio hace notar también que a principios del siglo XX era el sereno municipal el encargado de la limpieza de las pilas de la fuente. De ello dio en su día testimonio Bruno Saiz López, sereno de Poza desde 1924, en una deliciosa entrevista que en 1993 le hizo el propio Rubio para su blog  Memorias de Burgos (la entrevista a El abuelo de Poza de la Sal, puede leerse pinchando aquí).

También se recuerda que los lavaderos recibían la mayor afluencia de lavanderas los lunes, llegando a reunirse hasta cien mujeres, que madrugaban para poner el rodillero.

Al menos en los años 60 y principios de los 70 -en los años de mi infancia- era todavía común el uso de los lavaderos para el incómodo lavado de la ropa familiar por las esforzadas mujeres de Poza. Será por esos años cuando empiecen a llegar las primeras lavadoras eléctricas, si bien tardarían unos años en estar al alcance de todos. Recuerdo también que en esa época los lavaderos eran un sitio clave para conocer cualquier noticia o información relacionada con la vida cotidiana de la villa.

Las viejas fotografías que reproduzco y que se vendían hace unos años en el arco de la Asunción (¿son obra de Ramiro Eizaguirre, el gran fotógrafo de temas pozanos?), dan buena idea de lo que los lavaderos significaron hasta hace apenas unas décadas.

        

Estas otras fotos son mucho más recientes:

   

Y el acueducto romano…

Ya he mencionado en la primera parte de esta información que del conjunto de Fuente Buena partía el acueducto que conducía las aguas hasta Flavia Augusta, la ciudad romana asentada en el Cerro del Milagro, cerca del río Homino. Así puede apreciarse todavía hoy perfectamente por los arcos de piedra que se conservan y en algunos restos próximos a ras de suelo (2).

Pero este es otro asunto, y no poco importante, al que ya he dedicado otra entrada en este mismo blog (ver https://jaimeurcelay.me/2015/03/16/un-manuscrito-de-1806-sobre-las-antiguedades-de-poza-de-la-sal-iv-identificacion-de-monumentos-arqueologicos-y-epigrafias-jaime-urcelay/)

Jaime Urcelay

(Entrada actualizada el 19/08/2018)

Ver la primera parte de esta entrada en Los lavaderos de Poza de la Sal, un singular conjunto etnográfico (I).

(1) Se trata de la transcripción del manuscrito con la respuesta al interrogatorio del geógrafo Tomás López para la elaboración del Diccionario Geográfico-Histórico de España de la Real Academia de la Historia. Vid.: Cadiñanos, I., Cuatro pueblos burgaleses en el Diccionario de Tomás López: Briviesca, Castrojeriz, Melgar de Fernamental y Poza de la Sal, Boletín de la Institución Fernán González, 1993/1, nº 206, págs. 105 a 139.

(2) La reciente publicación Puentes singulares de Burgos: unir orillas, abrir caminos, de Pedro Hombría y otros (Diputación Provincial de Burgos, Burgos, 2018), describe así los restos del acueducto en el lavadero: «Junto a los lavaderos del pueblo. Se ha considerado romano. Bóvedas de cañón de sillería, tímpanos de mampostería con vegetación. En realidad es un pequeño acueducto. Tiene tres vanos de entre 1,80 y 6,70 metros, con una longitud total de 16,80 metros, una anchura de 0,80 metros y 5,10 metros de altura».

ADENDA 21/01/2018.- Añado ahora a la entrada, por si tiene interés, un par de fotos del arranque del acueducto desde una perspectiva menos habitual. También una imagen del panel informativo sobre el conjunto del Lavadero o Fuente Buena, colocado en el lugar. Finalmente dejo aquí constancia de la publicación del libro «Poza de la Sal. 16 Retazos de historia» de Carlos González Unda (Letrame Editorial, Madrid, s/l, 2016), algunos de cuyos capítulos se refieren a las fuentes de Poza, sin novedades significativas sobre Fuente Buena, que el autor considera fuente romana.