Poza de la Sal en «La Guardia Civil 175 años en Burgos», de Carlos A. Chamorro y otros

Continúo en esta entrada con algunas novedades en la bibliografía sobre la provincia de Burgos en las que se incluyen noticias significativas sobre Poza de la Sal.

Me ocupo ahora de La Guardia Civil 175 años en Burgos, obra colectiva de Carlos Alfonso Chamorro Rodríguez, Máximo López Vilaboa, Josu Aramberri, Juan José Martín García, Carlota Martínez Sáez y Miguel Ángel Moreno Gallo (coord.) (1).

El libro -presentado el pasado mes de mayo- conmemora el 175 aniversario de la Guardia Civil y es ya el cuarto de una meritoria serie de estudios divulgativos sobre la historia de la Benemérita en Burgos, impulsados, a partir de 2012, por Carlos A. Chamorro, Miguel A. Moreno, la Diputación Provincial  y el propio Instituto armado (2).

Comprende esta nueva obra dos capítulos de antecedentes generales sobre el proceso fundacional del Cuerpo y un conjunto de aportaciones monográficas sobre el despliegue del mismo en el territorio burgalés, donde, como en el resto de España, cuenta con una larga y respetada trayectoria de presencia cotidiana y familiar en el medio rural, garantizando la seguridad y la paz de los vecinos.

Para el lector interesado en Poza de la Sal, los capítulos a destacar son «El despliegue de 1853» y «La presencia de la Guardia Civil en la Bureba a lo largo de la historia», de los profesores Miguel A. Moreno y Carlota Martínez Sáez, respectivamente. No hay, con todo, demasiados datos específicos referentes a nuestro pueblo.

La Corporación Municipal de Poza de la Sal y el que, probablemente, era comandante del puesto de la Guardia Civil, descendiendo por la calle de la Red después de salir por el Arco del Ayuntamiento de la muralla pozana. La imagen parece de finales de los 40 o primeros años 50 del siglo pasado (Foto: «Guardias Civiles al servicio de Burgos», 2014).

Despliegue de la Guardia Civil en Poza de la Sal

El primero de los capítulos mencionados refleja como la creación del puesto de Poza es relativamente tardío, remontándose a final del siglo XIX, es decir cincuenta años después del primer reparto de guardias civiles en la provincia de Burgos, realizado en el momento fundacional de 1844-45.

En 1853, cuando se realiza el despliegue completo de la Benemérita en el territorio burgalés, Poza dependerá, junto con otras 15 poblaciones,  del puesto de Villalta, un pequeño pueblo -actualmente abandonado- situado en el inhóspito Páramo de Masa, al que durante algún tiempo dio nombre. Se crearon en ese momento un total de 49 puestos que, en general, se correspondían con las vías de comunicación más importantes y las cabeceras de partido. Villalta facilitaba la vigilancia de la carretera de Villarcayo. Según apunta Moreno, la distancia media entre las poblaciones dependientes del puesto era de 1,37 leguas; Poza, en concreto, estaba a 2.

En 1895 encontramos que el número de puestos de la provincia casi se ha duplicado: suman 93. Poza aparece ya con puesto propio, dependiente -junto con los de Villalta, Frías, Nofuentes y Valdenoceda- de la línea de Oña, tercio de Burgos (3). Cada puesto debía contar con cinco guardias civiles.

Actores y paisanos posan en la escalinata de la Iglesia Parroquial de San Cosme y San Damián, en Poza de la Sal, tras el rodaje en 1954 de «Cuerda de Presos», de Pedro Lazaga, de la que es protagonista la pareja de la guardia civil de las primeras filas, a la derecha.  Cabe suponer que los tres guardias civiles de la parte superior de la imagen, cubiertos con tricornios de gala, pertenecerían al puesto de Poza (Foto: revista «Sales»).

Problemática de la casa-cuartel de Poza de la Sal

Uno de los principales problemas a los que se enfrentó la Guardia Civil desde su fundación fue el del alojamiento de los guardias y sus familias.

La idea básica de que «los guardias civiles vivirían en acuartelamientos reunidos y con sus familias» representaba una auténtica revolución. Como expresa Carlos A. Chamorro, «la casa-cuartel viene a cambiar por completo los moldes clásicos de la sociedad y la convivencia militar» (pág. 61). Pero la cuestión no queda ahí: es necesario encontrar, en localidades a veces con muy pocas posibilidades, edificios adecuados para el desarrollo de ese marco vital. Las autoridades locales tenían la última palabra y esto representó para el benemérito instituto un verdadero quebradero de cabeza en muchos lugares.

Así ocurrió en Poza de la Sal, tal y como refleja la profesora Martínez Sáez en el mencionado capítulo «La presencia de la Guardia Civil en la Bureba a lo largo de la historia» (págs. 143 y 144). Según escribe, su casa-cuartel «nunca consiguió estar a la altura de las condiciones mínimas exigibles» (pág. 143).

Imagen actual del final de la calle de las Procesiones de Poza de la Sal. Al fondo, con fachada azul celeste y escudo sobre el balcón, el núm. 25, cuyos laterales y parte posterior dan a la calle Postigo. Fue la última casa-cuartel de la Guardia Civil en Poza.  A la derecha de la misma imagen, el núm. 26, con los pisos superiores reconstruidos. Imagen también del viejo rótulo de esta calle pozana, una de las más características de la villa.

Tales debieron ser los problemas que, al poco tiempo de establecerse el puesto de Poza, a punto estuvo de ser trasladado a Salas de Bureba, desde donde se hacía una mejor y más barata oferta de alojamiento. En 1893 -narra Martínez Sáez- el vecino de Poza Patricio Temiño acabó por ofrecer una casa más grande y al mismo precio que la de Salas en la calle de las Procesiones nº 26 de nuestro pueblo, donde el puesto quedó instalado.

En 1928 y coincidiendo con la construcción del ferrocarril Santander-Mediterráneo, el puesto de Poza, dependiente de la línea de Briviesca, atendía a veinte pueblos de la totalidad de las Caderechas y parte de la Bureba. Su dotación la constituían un sargento y cuatro guardias segundos. Poza tenía entonces 1500 habitantes.

Con la llegada de la República en 1931, se hacen patentes otra vez los problemas de la casa-cuartel del pueblo, cuyas deficiencias higiénicas habían provocado la muerte del comandante de puesto. La casa no tenía ni agua corriente ni retretes (4). Ante la negativa del Ayuntamiento pozano a acometer las mejoras imprescindibles, se plantea de nuevo el traslado a algún pueblo cercano. En 1936 -continúa la autora-, los guardias y sus familias son alojados por el Ayuntamiento «en un nuevo cuartel, situado en la calle del Postigo (…). Era una casa moderna en la que el Cuerpo llegó a pasar varias décadas, consiguiendo por fin la tan necesaria estabilidad» (pág. 144).

Celebración de la Fiesta de la Virgen del Pilar, Patrona de la Guardia Civil, en la antigua casa-cuartel de las calles de las Procesiones y Postigo de Poza de la Sal, probablemente a principios de la década de los 70 del pasado siglo. En el centro de la imagen, José Luis Padrones Núñez -alcalde de la villa desde 1970 a 1978-, el cabo Pascual Alonso Gómez -comandante del puesto entre 1969 y 1978 – y el P.  Feliciano Martínez Archaga -Párroco de Poza entre 1966 y 1987- (Foto: «Guardias Civiles al servicio de Burgos», 2014).

Otros datos sobre la Guardia Civil en Poza de la Sal

Hasta aquí lo que me parece más destacable sobre la presencia de la Guardia Civil en Poza en el libro al que se refieren estas líneas.

Aprovecho ahora para recuperar algunos otros hechos aparecidos en los libros anteriores sobre la Guardia Civil en Burgos, a los que se ha hecho referencia más arriba.

El primero de ellos se sitúa en la venta de Poza de la Sal (5) y tiene que ver con una de las misiones que los gobiernos liberales encomendaron a la Benemérita desde prácticamente su fundación: la lucha contra los insurrectos carlistas, quienes, en lo que toca a Burgos y como reconoció un historiador liberal contemporáneo, «habían conseguido infestar la provincia».

Durante el levantamiento montemolinista de 1855-1857 fueron especialmente activas y audaces en el territorio burgalés las partidas de Ángel Casimiro Villalaín –el Templao, un personaje de auténtica leyenda- y la de «Los Hierros», en cuya persecución la Guardia Civil tuvo que emplearse a fondo. A estos episodios se refiere el libro «La Guardia Civil de Burgos a través de la fotografía histórica», relatando como el 10 de julio de 1855 la «facción de Los Hierros (…) fue alcanzada y derrotada en la venta de Poza de la Sal por la columna al mando del segundo capitán Juan Argente» (pág. 151) (6).

Ruinas de la corraliza próxima a la Venta de Poza de la Sal o Venta del Páramo, tal y como puede contemplarse hoy. El edificio de la venta se encontraba donde hoy se levanta el Monumento a Félix de la Fuente. El 10 de julio de 1855 una columna de la Guardia Civil sorprendió en ella a la audaz partida carlista de «Los Hierros». El establecimiento, en pie hasta avanzado el siglo XX, se encontraba en el llamado Portillo de Poza, justo en el lugar en que terminan las alturas del Páramo de Masa y se inicia el abrupto descenso al Salero, a la vista ya de la gran llanura de la Bureba. Por lo que puede deducirse de los restos hoy reconocibles, el edificio de la imagen constaba de una casa y un amplio corral o patio en la parte de delantera. Estaba junto al antiguo camino que unía el Páramo y Poza.

A parte de alguna noticia aislada sin especial interés (pág. 140), del mismo libro es la referencia a que en Poza existieron dos edificios en la calle de las Procesiones que fueron casa-cuartel, así como la información de que en 1974 el Ayuntamiento pozano cedió unos terrenos al Estado para la construcción de un nuevo cuartel, que no se llevó a efecto (pág. 138) (7).

En 1978, el comandante del puesto de la Guardia Civil de Poza, Pascual Alonso Gómez, ascendió a sargento, siendo destinado al puesto de Oña. Con este motivo, el 8 de marzo se organizó en la villa un emotivo homenaje popular al guardia civil, quien, según daba cuenta la prensa local, había atraido la simpatía y el aprecio de todos (Foto: Diario de Burgos, 11/03/1978).

En otra de las publicaciones -«Guardias civiles al servicio de Burgos»-, aparece un conjunto de 10 fotografías relacionadas con la presencia de la Guardia Civil en Poza (págs. 97 a 102), dos de las cuales se reproducen en esta entrada. Parece que proceden, al menos en su mayor parte, de Pascual Alonso, comandante del puesto entre 1969 y 1978. En el pie de una de las fotografías consta que «el puesto se suprimió el 25 de febrero de 1980» (pág.97).

Por último, en «Miradas. Historia de la Guardia Civil en Burgos» puede encontrarse una semblanza de Valentín Palacios Sáez, primer guardia civil muerto en la Guerra Civil en la provincia -en concreto, en Miranda- y padre de un ilustre pozano: el historiador carmelita Fray Valentín de la Cruz, durante mucho tiempo Cronista Oficial de la Provincia de Burgos (págs. 79 y 80).

Jaime Urcelay

(Actualizado el 17/05/2020).

(1) Diputación Provincial de Burgos, Burgos, 2019, 248 págs.

(2) La Guardia Civil en Burgos a través de la fotografía histórica, de Carlos A. Chamorro, Carlos Sainz Varona, Eduardo Rojo Díez, Josu Aramberri, Juan José Martín García, Máximo López Vilaboa, Enrique López Mochón y Miguel A. Moreno Gallo (coord.), Diputación Provincial de Burgos, Burgos, 2013, 199 págs; Guardias Civiles al servicio de Burgos, de Carlos A. Chamorro, Miguel Salom Clotet, Máximo López Vilaboa, Carlos Sainz Varona, Eduardo Rojo Díez, Josu Aramberri, Juan José Martín García y Miguel A. Moreno Gallo (coord.), Diputación Provincial de Burgos, Burgos, 2014, 245 págs.; y Miradas. Historias de la Guardia Civil en Burgos, de Carlos A. Chamorro, David Huidobro Sanz, Máximo López Vilaboa y Miguel A. Moreno Gallo (coord.), Diputación Provincial de Burgos, Burgos, 2016, 212 págs.

(3) La creación del puesto de Poza debe ser de unos años antes. En Diario de Burgos de 12/08/1893 se da cuenta de su participación en la detención del autor de un crimen en Salas de Bureba.

(4) Según testimonio de Antonio Tamayo, hasta 1931 no se llevó a cabo la traída de agua pública a Poza, en la Plaza Vieja, calle de la Padronesa y en las pocas casas que entonces la contrataron. También en esa fecha -afirma- se construyó el alcantarillado (Cfr.: Tamayo, A.: El castillo de Poza, s/e, 2017, pág. 9). Acudiendo a la hemeroteca, puede confirmarse que, en efecto, en diciembre de 1930 se instalaron sendas fuentes en la Plaza Vieja y Plaza de la Verdura, publicándose un bando dirigido a todos los vecinos que deseasen instalar agua en su casa. Fueron 65 los grifos solicitados. Las obras debieron culminarse, como dice Tamayo, en 1931 (cfr. Diario de Burgos, 2 de diciembre de 1930).

(5) Según el «Catálogo Municipal de bienes integrantes del patrimonio arqueológico y normas para su protección. Normas urbanísticas municipales de Poza de la Sal (Burgos)» (Cronos S.C., Burgos, 2014), en el lugar conocido como Portillo de Poza, en el borde del Páramo, existió un pequeño poblado organizado en dos nucleos hoy separados por la carretera BU-502 [ahora, CL-633]. Este núcleo, afirma, «se ha conocido hasta avanzado el siglo XX, en los últimos tiempos en forma de venta. El principal núcleo se localiza al Norte de la carretera, espacio donde se identifica el principal conjunto de restos constructivos -bloques de piedra- -tejas-, ámbito parcialmente ocupado por el monumento a Félix Rodríguez de la Fuente. Por su parte, el núcleo meridional las evidencias resultan más escasas, estando representadas por una casa con corral que carece de cubierta» (pág. 68). En las Memorias del Instituto Geográfico y Estadístico (tomo I), que comenzaron a publicarse en 1875, figura una mención a la venta, con ocasión de la descripción del vértice geodésico ‘Altotero’, situado en el extremo oriental más elevado del páramo, ya en el término de Poza: al pie del cerro hay una venta que excusa acampar.  El reconocimiento del terreno y la señalización de dicho vértice se realizaron entre 1854 y 1863, es decir, precisamente sobre la fecha en que tuvo lugar el episodio de ‘Los Hierros’. Cfr.: Aranaz del Río, F.: «La provincia de Burgos en la cartografía nacional», Boletín de la Institución Fernán González, 2º sem. de 1973, año 52, nº 181, pág. 990. Eduardo Sáiz señala en su monografía de las salinas de Poza que, en 1853, el camino que subía desde al almacén de El Depósito hasta el Páramo estaba en muy malas condiciones y eso obligaba a que los arrieros dejaran sus carros en El Portillo, «donde se construyó una venta». La sal les llegaba de Poza a lomos de caballerías (Sáiz, E.: Las salinas de Poza de la Sal, Diputación Provincial de Burgos, Burgos, 2001, 2ª ed., pág. 99). Como curiosidad, mi bisabuelo Antonio Urcelay García era propietario, según consta en la partición de su herencia de 1939, de una corraliza de encerrar ganado sita en término de la Venta o Entrada al Páramo; mide 500 m2. Dicha corraliza es la casa con corral que carece de cubierta que se ha mencionado más arriba y que puede apreciarse en la fotografía que acompaña esta entrada.

(6) Con todo, la partida de «Los Hierros», reunida con la de Villalain en una fuerza única a partir de 1856, mantuvo de forma heroica, con no poco apoyo de los pueblos, la bandera de Carlos VI, incluso después de que el pretendiente carlista ordenase a sus partidarios que depusieran las armas. En 1857 los carlistas castellanos de estas partidas fueron amnistiados por el Gobierno de Madrid, tras realizar el 22 de enero una entrada épica en la ciudad de Burgos, cabalgando junto al Capitán General Mata y Alós. En la monumental Historia del Tradicionalismo Español, Melchor Ferrer menciona también el episodio de la venta de Poza de la Sal: «La columna que mandaba el capitán don Juan Argente tuvo un encuentro el 10 de julio con los Hierros en la venta de Poza de la Sal» (Tomo XX, pág. 164).

No obstante, la localización de esta refriega entre guardias civiles y carlistas es confusa en otras fuentes. Antonio Quevedo la sitúa en la «venta de Porazal» (La Guardia Civil. Historia de esta Institución y de todas las que se han conocido en España con destino a la persecución de malhechores, desde los tiempos más remotos a nuestros días, 1858, pág. 807). Y el Marqués de Alta Villa, que conoció personalmente al jefe de partida Villalaín y que añade interesantes datos sobre las represalias aplicadas por éste al ventero que denunció la presencia de los carlistas, habla de «la venta de Pozazal (Santander)» («El jefe de la partida de ‘Los Hierros’ D. Ángel Casimiro Villalaín», La Ilustración Española y Americana, nº 24, 30 de junio de 1903, pág. 399). Coincide que, en efecto, existe aun en dicho puerto cántabro un viejo edificio que fue venta.

(7) En realidad, la cesión es de 1972, según puede verse en el Diario de Burgos de12/10/72. El periódico se hacía eco de la publicación en el BOE del Decreto de aceptación de la donación por parte del Ministerio de la Gobernación.

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