Liderazgo: un paso más allá en la tarea de motivar (I)

despertar2Si hay un tema que preocupa a quienes tienen responsabilidad sobre personas y equipos es el de la motivación. O, al menos, esa es mi experiencia más directa en los talleres de formación de directivos y mandos intermedios en el mundo de la empresa. Y es que no es para menos…

Una cuestión para la que, como en todo lo que es radicalmente humano,  no valen recetas ni técnicas superficiales y manipuladoras. La tan socorrida proyección en esos talleres de la escena de la motivación de vendedores de la película «El año de la garrapata» suele ser, en clave de humor, el mejor antídoto para cualquier equívoco al respecto.

No voy aquí a revisar los criterios habituales sobre cómo los líderes, de cualquier nivel en una organización, pueden motivar a sus equipos. Me gustaría aportar otra mirada, un paso más allá en la motivación, que descubrí y he experimentado desde hace tiempo en las organizaciones sin ánimo de lucro y que afortunadamente se va abriendo paso también en las empresas. La aparición del libro del admirado gurú mundial de los recursos humanos competitivos, Dave Ulrich, «El sentido de trabajar» (con Wendy Ulrich, LID, Madrid, 2011), fue para mi la confirmación de que esta positiva tendencia es una realidad, corroborada además por la experiencia viva de no pocas compañías.

Escribe Ulrich en su libro: Los líderes tienen la misión de dotar a la empresa de una dirección plena de sentido  -que resuene no sólo en la mente y las manos sino también en los corazones de aquellos a quienes lideran. (…) Cuando nuestras organizaciones representan nuestros valores más elevados y personifican nuestra mayores aspiraciones, nos llevan a esforzarnos al máximo, y esforzarnos al máximo es lo único que nos mantendrá a flote cuando se desencadene una fuerte tormenta y el barco empiece a hacer aguas. O cuando el viento favorable nos suma en el letargo y la arrogancia.

Liderazgo: servicio a la vida

Situado el desafío de la motivaciónen este terreno -el más elevado y profundo de la pirámide de Maslow-, las empresas harían bien en aprender de las organizaciones no lucrativas, capaces de conseguir niveles altísimos de motivación en sus voluntarios sin gasto económico alguno. Así lo sugería, de forma pionera, ese genio del management que se llamó Peter Drucker.

Una propuesta que me ha llevado a repasar otra vez el librito «Liderazgo: servicio a la vida», escrito por el P. Guillermo Carmona para la formación de los dirigentes del Movimiento Apostólico Schoenstatt, del que él era entonces Director Nacional en Argentina (Editorial Patris, Córdoba, Argentina, 2000).

Me tomo la libertad de resumir y adaptar a mi aire algunas buenas ideas de su capítulo 6, que lleva por título «¿Qué debe despertar el dirigente en su gente?». Una pregunta que Carmona responde con cinco palabras cuya inicial es la «p» y que a mi juicio pueden ayudar a orientar ese paso más allá en la motivación que las organizaciones empresariales reclaman hoy de los líderes.

1. Pertenencia

Todos buscamos, consciente o inconscientemente, un lugar de pertenencia. La familia debe satisfacer, antes que ninguna otra comunidad, esa necesidad primaria, pero también la empresa  -una comunidad de personas en la que transcurren 2/3 de la vida de la mayor parte de las personas adultas-  pueden y deben contribuir a ese sentido de pertenencia.

Un lider puede promover, a través de un estilo de dirección adecuado, que los integrantes de su equipo tengan la percepción de que no están solos, que hay otros que son compañía en su aspiración de conseguir unas metas y en su esfuerzo de logro, que es a la vez un ejercicio de crecimiento y desarrollo personal. Puede ayudarles a sentir que hay un equipo que les sostiene de forma solidaria, en los fracasos y en los éxitos.

Los resultados serán casi inmediatos en términos de motivación personal, pero también de clima laboral, de rendimiento y productividad de los equipos, de compromiso con los resultados, de resistencia ante la frustración…

2. Predilección

Un buen líder hace sentir a los que le rodean un sano orgullo de sentirse, de algún modo, privilegiados por pertenecer a un equipo y tener la oportunidad de contribuir con su trabajo, su creatividad, su pasión… a la consecución de resultados superiores. Les hace sentirse útiles, aunque su contribución sea aparentemente pequeña, limitada. En definitiva, sabe engrandecer cualquier aportación dándole significado y alineándola con metas más elevadas, de mayor trascendencia.

Uno de los pensamientos que siempre propongo a mis alumnos y a los participantes en los talleres que imparto es este de Saint-Exúpery:

Si quieres construir un barco, no empieces por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo, sino que primero has de evocar en los hombres el anhelo de mar libre y ancho.

Es una idea con muchísima fuerza que transmitida y aplicada en el día a día puede cambiar radicalmente la percepción que cualquiera tiene de sus propias rutinas en el trabajo profesional.

(Continuará)

Jaime Urcelay

 

 

 

Un comentario en “Liderazgo: un paso más allá en la tarea de motivar (I)

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