Muchos han sido los factores de todo tipo que han influido en la evolución de la Responsabilidad Social y la Sostenibilidad (RSyS) en los últimos años en España. De entre ellos, no es ni mucho menos desdeñable la Guía GRI para la elaboración de memorias de sostenibilidad, a pesar de tratarse de un elemento en principio puramente instrumental.
Planteado GRI desde su inicio como una iniciativa privada, su utilización generalizada por parte de las más influyentes empresas multinacionales ha acabado por convertir este estándar en prácticamente la referencia más universal de reporte de la RSyS, en convivencia, desde luego, con otros enfoques y modelos. Y este dato no es ni mucho menos neutro respecto al sentido seguido por la RSyS.
En este orden de ideas, el tema requeriría un análisis profundo pero por ahora me gustaría apuntar algunas ideas respecto a la impronta de GRI en la RSyS tal y como ahora, después de bastantes años de sedimentación, la conocemos hoy en España.
Comenzaré por lo que me parece más positivo: GRI ha tenido una contribución importante –aunque ni mucho menos exclusiva- en la clarificación y unificación del concepto mismo de la RSyS, cuyos orígenes como tal movimiento a finales del siglo pasado y comienzos del presente son, desde el punto de vista conceptual, relativamente imprecisos, cuando no equívocos. Por ejemplo, la confusión de las partes con el todo fue, en los primeros 2000, algo bastante frecuente y extendido.
En segundo lugar, creo que debe destacarse que GRI proporcionó en su momento una dimensión metodológica –fundamentalmente a través de sus indicadores- que ha facilitado la gestión y la puesta en valor de la RSyS para muchas organizaciones y, con carácter global, la accesibilidad y la comparabilidad de la información.
Sombras del impacto de GRI
Hay sin embargo dos aspectos que, sin pretenderlo, han supuesto a mi juicio una influencia negativa en el progreso de la RSyS.
Me refiero, en primer término, al exceso de predominio del reporte en el enfoque práctico de la RSyS, en perjuicio de su dimensión material que es, obviamente, lo previo y fundamental.
El segundo aspecto negativo deriva del paradigma de empresa que ha servido de base a GRI hasta la todavía reciente versión G4 y a la dificultad de una aplicación flexible de los aspectos materiales de la RSyS a los que se refería el estándar. Ambos elementos han provocado durante estos años que la RSyS se enfoque en el caso de muchas empresas hacia aspectos que, en concreto, no eran realmente relevantes para esas organizaciones y que, en cambio, se descuidase la atención de los que sí lo eran, ya sea por razón del sector, tamaño, posicionamiento competitivo, contexto, historia, etc.
El desafío de la versión G4
Si este puede ser, de forma muy somera, el balance hasta la fecha, la todavía reciente aprobación de la versión G4 de GRI puede representar un importante punto de inflexión que va a tener también una significativa repercusión en la evolución a futuro de la RSE.
En efecto, G4 no es un simple ajuste como quizá lo fueron las anteriores versiones de la Guía GRI sino que representa un salto cualitativo en el enfoque y el proceso de elaboración de las memorias de sostenibilidad, sin perder por ello la “filosofía GRI” que nos es conocida. Y ello, no sólo porque los criterios de elaboración de las memorias de sostenibilidad están más estructurados y sistematizados y son más precisos, sino sobre todo porque esta mayor exigencia de rigor metodológico se hace compatible con un nuevo y decisivo elemento de flexibilidad y adaptabilidad: el análisis de materialidad. Es decir, el proceso a través del cual una organización identifica y define sus propios impactos económicos, sociales y medioambientales significativos de acuerdo con unos exigentes “Principios para determinar el contenido de la Memoria”. Serán estos “aspectos materiales”, identificados por cada organización, los contenidos específicos del informe de cada empresa.
Consecuentemente, con G4 de GRI se abre una nueva perspectiva en el reporte de la RSyS que puede representar una gran oportunidad de reorientación en algunas de las sombras a las que nos hemos referido más arriba. Lo importante ahora es que sepamos aprovecharlas, para lo cual va a ser clave nuestra capacidad de abandonar las inercias en la elaboración de las memorias anuales para asumir, con todas sus consecuencias y potencialidades, el nuevo enfoque basado en el análisis de materialidad.
Jaime Urcelay
(Publicado en el Anuario Corresponsables 2015)