Poco aportó el debate electoral a cuatro del pasado lunes en lo que se refiere al capítulo educativo, para el que los moderadores establecieron como premisa la unanimidad de todos los candidatos en cuanto a la necesidad de un gran pacto de educación.
Y, en efecto, día a día se va confirmando que este puede ser un tema central en la próxima legislatura, cualquiera que sea la combinación de alianzas resultante de las urnas.
Ya me he referido en esta misma tribuna a cómo, a mi juicio podía avanzarse hacia el pacto y también al planteamiento al respecto de Ciudadanos, llamado a ser, con bastante probabilidad, bisagra para la nueva mayoría de gobierno.
Me detendré ahora, inevitablemente de forma muy sintética, en lo que PSOE y PP proponen en sus respectivos programas electorales para la educación en España.
Las anteojeras del PSOE
No hay grandes sorpresas en el PSOE, que en su programa electoral titulado El cambio que une asume con toda naturalidad la paternidad del actual sistema educativo, “uno de los más equitativos de Europa y, a la vez, uno de los más homogéneos”, cuyos resultados académicos son “similares al resto de los sistemas educativos y, en algunos casos, los ha superado”, porque, ya se sabe, “nuestra juventud es la mejor formada de la historia” (sic).
Como el lector puede fácilmente suponer, este panorama idílico, apenas matizado en lo que se refiere a las tasas de abandono escolar, ha sufrido un retroceso por la “alteración del derecho a la educación” en la actual legislatura del PP. Nunca antes, afirma el PSOE, “el sistema educativo estuvo tan desordenado” como ahora.
Siguen a este asombroso diagnóstico los objetivos y propuestas del PSOE “para todos y todas”: aspiración a alcanzar el 7% del PIB en la financiación, derogación de la LOMCE, progresiva universalización de la enseñanza pública universal de 0 a 18 años, pacto educativo y estatuto del personal docente, “promover una escuela pública laica donde no quepa la integración de enseñanzas confesionales ni en el currículum ni en el horario escolar”, recuperación de Educación para la Ciudadanía como “ética pública”, y, que no falte, más ideología de género y “salud sexual” en las escuelas.
El PP ya compra la «identidad de género»
Por su lado, el capítulo de educación del programa del PP, titulado Seguir avanzando, parte, como parece lógico, de una reivindicación de la “intensa agenda reformista” de esta legislatura y de los resultados que con ella dice que se van alcanzando y que ahora se quieren completar.
Hay también una propuesta de Pacto Nacional por la Educación con el objetivo de alcanzar un sistema basado en la calidad y la equidad, para lo cual su opción fundamental se focaliza en los docentes, considerados “clave de bóveda del sistema educativo”.
El PP es claro también en el enunciado básico del principio de que “Los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos”, para lo cual asegura que mantendrá su compromiso “con la libertad de las familias para que éstas puedan elegir el centro y el modelo en el que quieren educar a sus hijos”.
Bien está, desde luego, aunque el PP tendrá que resolver como piensa hacer compatible ese compromiso con lo que, a renglón seguido en su programa, puede entenderse como una rendición a la retórica de la izquierda sobre la “identidad de género” en la escuela, siempre con los incontestables pretextos de la igualdad, la no discriminación y la lucha contra la violencia y el acoso.
Un pacto con temas «aislados»
Completo esta perspectiva a vista de pájaro refiriéndome al coloquio sobre educación protagonizado el pasado jueves 3 de diciembre por el filósofo y profesor José Antonio Marina (gran protagonista también estos días en la prensa por su Libro Blanco de la profesión docente y su entorno escolar, encargado por el ministro Méndez de Vigo) y Luis Garicano, profesor de la London School of Economics y responsable económico de Ciudadanos.
Me ha resultado muy significativo lo que, según leo en Libertad Digital, afirmó Garicano: “sólo será posible este acuerdo (el Pacto de Educación) si los partidos políticos –fundamentalmente PP y PSOE- consiguen “aislar” tres temas: el debate entre escuela pública y concertada; el de Religión/Educación para la Ciudadanía; y el de la identidad regional (lenguas cooficiales y nacionalismos varios instalados en algunas comunidades autónomas)”. Garicano, continúa la crónica, “insistió en que esto no consiste en despojarles de la importancia que estos tres asuntos tienen, pero con ellos es imposible avanzar hacia el acuerdo”.
Ya traté de apuntar mi apreciación de que la libertad de enseñanza es, en buena medida, el núcleo del profundo disenso que vivimos en España sobre el sistema educativo. Lo que no tengo tan claro es que un asunto de tantísima importancia, con todas sus implicaciones, pueda llegar a aislarse, sin merma de esa misma libertad, en un Pacto Educativo. Salvo que, a falta de otra alternativa, todos acepten que el respeto del art. 27 de la Constitución es el presupuesto de cualquier nuevo acuerdo. Y esto, hoy por hoy, no parece sencillo.
Jaime Urcelay
(Publicado en Actuall http://www.actuall.com/criterios/educacion/un-pacto-de-educacion-no-puede-aislar-la-libertad/)
(Imagen: caricatura de Jorge Arévalo, publicada en El Mundo)