El escudo de armas es, junto con el solar y el apellido, una de las circunstancias que caracterizan exteriormente la antigua familia vascongada. El estudioso Juan Carlos de Guerra destaca, además, que el uso de los blasones probablemente se implantó en tierras vascongadas antes que en el resto de España, en concreto en los siglos XI y XII por influjo de Francia y Alemania.
En el prólogo de su imprescindible obra Estudios de Heráldica Vasca (Librería de J. Baroja e Hijos, San Sebastián, 1910), Guerra escribe:
(…) [Había] gran número de casas armeras en Guipúzcoa de tan remota antigüedad como acreditada nobleza. En otros tiempos todas ellas ostentaban sus correspondientes escudos, que a la par servían de bellísimo ornamento del edificio y recordaban las hazañas con que se distinguieron sus antiguos moradores. Según la mayor o menor importancia y riqueza del solar, estaban esculpidos en piedra, tallados en roble, o simplemente pintados en una tabla, o en la pared misma (…). Campea en ellos espontáneo y libre el genio de los viejos vascos, amantes de su religión y de su patria, revelado claramente en el gusto que presidió a la adopción de sus emblemas familiares.
El ilustre genealogista subraya también:
(…) es un error suponer que todos los escudos han sido precisamente significativos y otro atribuirles asimismo a todos el carácter de una merced regia o de un premio otorgado por la autoridad soberana. La inmensa mayoría fueron adoptados libérrimamente por los caballeros y sus linajes, para distinguirse unos de otros, y si en muchos de ellos presidió algún designio simbólico en la elección de figuras, en otros muchos no hubo más intento que el de ostentar un emblema diferente del que lucía su vecino, siguiendo las inspiraciones de su fantasía, instigado por ese doble sentimiento de la propiedad y de la personalidad, que tan profundamente grabado se encuentra en el fondo del corazón humano y que, desde el origen del mundo, se ha traducido por el uso de emblemas exteriores.
Pero el blasón, una vez adoptado por determinada familia, le representó en todas partes, y aunque sus figuras careciesen de otro significado originariamente, le adquirieron desde aquel momento pasando a constituir la expresión plástica del linaje que las prohijara.
Puede decirse, en síntesis, que en el caso vasco predomina una heráldica popular que, siempre según Guerra:
(…) señala especialmente el carácter y la índole del pueblo que la produjo. Fueron (este tipo de escudos) los preferidos por la mayoría de las gentes euskaldunas, y se hallan marcadas con la más peculiar originalidad del suelo vasco.
Se trata específicamente de escudos solariegos que representan gráficamente la casa solar o circunstancias topográficas de su proximidad:
Reflejan el amor siempre sentido por los euskaros al paterno hogar, cuya imagen quisieron llevar grabada sobre sus escudos cuando iban en campaña, como grabada la llevaban en sus corazones, unida al recuerdo de sus seres queridos que en él habían dejado llorando su ausencia. (…) A medida que avanzan los tiempos decrece el espíritu simbólico, y estos escudos se convierten en cuadros de paisaje, que ofrecen una viva pintura de la casa solar sin omitir detalle alguno que pueda contribuir a caracterizarla, cuando no reproducen la configuración del terreno en que tiene asiento .
Escudos parlantes
La caracterización apuntada de los escudos solariegos cobra especial significación en el caso de los llamados escudos parlantes, que es precisamente, según Guerra, a la categoría a la que corresponde el blasón de la familia Urcelay o Ucelay:
La nota popular iniciada en los blasones solariegos, se acentúa más hasta dominar por completo los escudos parlantes. Son éstos los que designan el nombre de la familia que los usa. Al crearlos el arte heráldica prescindió por completo de todas las leyes gramaticales, no miró a la rigurosa etimología del vocablo, y sólo atendió a su propio y primordial objeto, que fue el de hallar formas gráficas, breves, expresivas y fácilmente perceptibles (…).
Descripción del escudo de la casa y solar de Urcelay o Urcelay
Para Juan Carlos de Guerra la descripción del blasón de los Urcelay o Ucelay aparentemente no ofrece dudas, si bien hay que tener en cuenta su consideración general de que no es raro que durante el transcurso de los tiempos haya cambios en los escudos de armas de las casas solariegas por muy diferentes circunstancias.
Su descripción del escudo, tal y como aparece en su Diccionario Heráldico de la Nobleza Guipuzcona, es la siguiente:
UCELAY ó URCELAY —- en Zumárraga —- partido en punta: alto de oro con un fresno verde; punta azul con dos fajas ondeadas de plata; orla roja con cuatro conchas de plata y cuatro aspas de oro.
De acuerdo con esta descripción, así sería el escudo:

Escudo de Ucelay o Urcelay según la descripción originaria de Juan Carlos de Guerra (dibujo de Icíar Urcelay)
Se trata para Guerra de un ejemplo típico de escudo parlante de combinación de figuras. En ellos, dice, se reúnen en un mismo blasón figuras de diferentes clases y condiciones, con el objeto de precisar completamente su significado, reduplicándolo a veces. Ofrecen rasgos curiosos de la inventiva más original .
En el caso del escudo del apellido Urcelay o Ucelay lo explica así:
Vegetal y agua — Urcelay ó Ucelay (prado de agua).
Es, al cabo, un verdadero jeroglífico que representa la topografía, la casa y el apellido en la lengua original vasca con la que nuestros antepasados describieron los elementos físicos del terreno original en que habitaban.
Simbología del blasón de Ucelay o Urcelay
Resulta difícil demostrar que nuestro escudo encierre mayor simbología, por lo que en principio hay que descartar ciertas interpretaciones sobre lo que representa cada elemento o color del blasón. Esas lecturas pecan de fabulosas y quizá de ese tan extendido propósito de adulación que se aprecia en algunos genealogistas. Son, además, muy poco consistentes con lo que conocemos sobre el particular origen y sentido de la nobleza y sus blasones en Guipúzcoa.
Volviendo a la pura topografía, ya he mencionado el tema del agua, que parece representada en el escudo por las dos fajas ondeadas de plata sobre fondo azul. Así lo interpreta Juan Carlos de Guerra en el caso de otros blasones guipuzcoanos, entre ellos el del apellido Soraiz, también originario de Zumárraga y compartido por algunos de mis antepasados. La proximidad de la casa y solar originarios del apellido Urcelay o Ucelay al río Urola es una posible explicación de esta imagen en nuestro escudo.
¿Y por qué un fresno? No es fácil saberlo, pero el embajador veneciano Andrea Navagero, que en el primer tercio del siglo XVI atravesó Guipúzcoa, dejó escrito en su Viaje por España (1524-1526) (Ediciones Turner, Madrid, 1983) este curioso apunte sobre la abundancia de fresnos en la Guipúzcoa que visitó, lo que tal vez pueda arrojar una explicación sencilla sobre la presencia de este tipo de árbol en el escudo de armas del apellido Urcelay o Ucelay:
En Toloseta se hacen muy buenas espadas y se crían las hermosas astas de lanzas, que se llevan de aquí alguna vez a Italia y que son de fresno, para lo cual en toda Guipúzcoa y Vizcaya plantan los fresnos en los huertos y los trasplantan dos o tres veces, quitándoles todas las hojas y ramos, menos los del copete, y así crecen derechos y hermosos y se hace las buenas lanzas de jineta y las picas, como antes he dicho; todo el país está lleno de estos árboles, y es muy agradable ver aquellos bosquecillos de árboles tan derechos y bien cuidados.
Respecto al significado de la bordura caben también diferentes interpretaciones que me llevan a cuestionar conclusiones tan cerradas y fantásticas como las que exponen algunos autores. Su uso fue, al parecer, muy común en la Edad Media para representar en el blasón un segundo linaje por casamiento o para diferenciar ramas dentro de una misma familia. Sería, según algunos, una pieza de distinción entre las armas de un matrimonio y las de sus hijos.
De la presencia en la bordura del blasón de los Urcelay o Ucelay de las conchas o veneras, cabrían también muy diferentes lecturas, como puede comprobarse revisando cualquier buen tratado de genealogía ¿Participación en la batalla de Clavijo, como aventura, por ejemplo, Bremón? ¿Pertenencia a ciertas órdenes de caballería? ¿Símbolo del caballero que marcha a otras tierras? ¿Devoción al Apóstol Santiago? ¿Simple elemento ornamental o diferenciador?… Creo que carecemos del más mínimo dato que nos lleve a conclusiones fiables en el caso concreto de nuestro escudo familiar.
Y algo similar, evidentemente, podría decirse de las aspas o cruces de San Andrés que aparecen también en la bordura y que habitualmente se asocian a la conquista de Baeza en 1237 por Fernando III el Santo, como he podido leer en algún autor. Pero revisada la relación de los 300 infanzones a los que el Rey benefició con ese motivo con tierras y fundaciones, no aparece ningún Urcelay…
Lo mismo me parece que puede decirse respecto de los colores empleados en el blasón, tan generosamente interpretados por algunos.
Las variantes de García-Carraffa, Mogrobejo y Cadenas
Apuntar también que genealogistas modernos tan destacados como son Alberto y Arturo García-Carraffa (v. Solar Vasco Navarro, Tomo 6º, Librería Internacional, San Sebastián, 1966, 2ª ed.) y Endika de Mogrobejo (v. Blasones y linajes de Euskalherría, Tomo X, Editorial Amigos del Libro Vasco, Bilbao, 1991) siguen la descripción de Juan Carlos de Guerra, con la única variante de que en ellos el escudo se encuentra partido o cortado por la mitad, mientras que Guerra, como antes he apuntado, lo parte en punta, lo que equivale a que la división de campos se produce en el tercio inferior del escudo.
El escudo dibujado de acuerdo con la descripción de García-Carraffa y Mogrobejo es el que suele encontrarse reproducido con más frecuencia:
Mogrobejo apunta otro dato interesante al afirmar que, según Vicente Cadenas, hay otro escudo: en plata, dos árboles, al natural, arrancados.
Y, en efecto, consultada la obra del citado Cadenas, Cronista de Armas del Reino de España, leo en el Tomo IV de su monumental Repertorio de Blasones de la comunidad hispánica (Hidalguía, Madrid, 1987, 2ª ed.) lo siguiente:
Ucelay: En oro, cinco estrellas, de azur, puestas en aspa.
Ucelay: Cortado 1º: En oro, un fresno de sinople. 2º En azur, con dos fajas, ondeadas, de plata. Bordura, general de gules, con cuatro veneras de plata y cuatro sotueres de oro, alternando.
En plata, dos árboles, al natural arrancados.
En sinople, dos bandas de oro.
Cadenas propone, por tanto, cuatro escudos diferentes para el apellido Ucelay (la grafía alternativa Urcelay no aparece en su obra). Esta es la representación de los tres adicionales al que he referido más arriba:
Jaime Urcelay
Publicado también en http://jaimeurcelay.blogspot.es/1427573734/el-escudo-de-armas-del-apellido-urcelay/
[Revisado el 22/05/2018]
Qué orgullo poder apellidarse así 🙂
Me gustaMe gusta
«Nobleza» obliga…!
Me gustaMe gusta