
Felipe de Urquijo Ugartevidea y Goicoechea, nacido en Poza de la Sal (Burgos) en 1822 y fallecido en Madrid en 1886, es uno de nuestros injustamente olvidados Hijos ilustres de Poza (1).
Periodista y escritor leal al ideario tradicionalista -lo que le costó sufrir represión y cárcel-, fue también, desde 1861 y tras su paso por las Salinas de Añana (Álava), administrador principal de las Reales Salinas de Poza, entre otras responsabilidades públicas ejercidas por su temprano acceso por oposición al Ministerio de Hacienda.
A recuperar la memoria de quien fue fundador y director de El Eco de Burgos (1864) y de El Castellano Viejo (1869), y redactor después de La Fidelidad Castellana, La Fidelidad (1869-1870) y La Fe, dedicó mi buen hermano Javier un capítulo de nuestro libro Páginas de la Historia de Poza de la Sal (2).

Especialísimo, acendrado y cariñoso afecto a Poza de la Sal
Recogía Javier en esa biografía un párrafo de nuestro paisano, contenido en la dedicatoria de su libro de 1884 Sucesos verídicos, leyendas e historias interesantes (3), en el que evoca sus raíces vascas y su cuna pozana:
Fue mi padre (q.e.g.e.), lo propio que sus ascendientes en todas líneas, oriundo y natural del pueblo de Oquendo, en la provincia de Álava, y mi señora madre (q.s.g.h.), natural de la villa de Durango, en el señorío de Vizcaya, es decir: la sangre que por mis venas circula es vascongada en su más acrisolada pureza, circunstancia que no puede en manera alguna modificar y menos alterar el haber nacido yo en un pueblo de la provincia de Burgos, Poza de la Sal, al que profeso especialísimo, acendrado y cariñoso afecto, no tan solo porque en él vi primero la luz y pasé los más tranquilos años de mi vida, sino porque en él permanecen y han sido sepultados los restos mortales de mis querídisimos padres.

A Nuestra Señora de Pedrajas, Patrona de Poza de la Sal
Desde ese especialísimo afecto de Felipe de Urquijo hacia Poza, hay que entender el entrañable y piadoso poema que, en el citado libro, dedica A Nuestra Señora de Pedrajas, la Patrona de la Villa (4). Bien merece ser dado a conocer:
A NUESTRA SEÑORA DE PEDRAJAS
En la iglesia del lugar
Donde vi la luz del día,
Está la Virgen María,
Lleno de ofrendas su altar.
Ante ella aprendí á rezar,
Y en su divina presencia
Mi madre, con la elocuencia
Que dan la fe y el cariño,
Encomendó desde niño
A su amparo mi existencia.
En los rudos sinsabores
De las luchas de la vida,
Siempre con el alma herida
Ya de culpas, ya de errores.
Endulzaba los dolores
Que engendra el humano anhelo,
El inefable consuelo
De su santa protección,
Que adora mi corazón
En el altar y en el cielo.
Divina Reina y Señora,
De dulcedumbre infinita;
Antes de nacer, bendita,
Y nacida, Redentora:
Haced que en mi última hora
Descanse yo en el lugar
En donde está vuestro altar,
Donde mis padres murieron,
Donde mis ojos os vieron
Y donde aprendi á rezar.
SEÑORA:
El más indigno de vuestros favorecidos y devotos,
FELIPE DE URQUIJO.

Una dimensión del ser pozano
Releyendo los sentidos versos de Urquijo dedicados a la Virgen de Pedrajas, viene a la cabeza aquello que afirmaba Fray Valentín de la Cruz, Cronista Oficial de la Provincia de Burgos, y que cualquiera que conozca la idiosincrasia de la Villa salinera puede confirmar:
(…) Desbordando el simple hecho religioso, la devoción a esta Virgen ha afectado a todo el ser cívico, etnográfico, folclórico, moral y cultural de la villa de Poza de la Sal. No habrá un pozano, por el mundo adelante, que no haya sido ofrecido por su madre a la Virgen de Pedrajas. Y en esta sociedad campesina y milenaria el querer de las madres sigue mereciendo el respeto y la obediencia de los hijos (5).
También Feliciano Martínez Archaga, párroco y gran investigador de la historia de Poza, sostenía que la devoción a su Virgen de Pedrajas constituye una dimensión del ser pozano (6). No en vano y durante muchos siglos, nunca ha dejado de acompañar a su pueblo a través de toda clase de vicisitudes.
A Ella, como hicieron siempre mis mayores y con una confianza que quisiera ser como la que expresaba el periodista Felipe de Urquijo hace ciento treinta y seis años, encomiendo la fe y la salud de los hijos de Poza en estos tiempos de prueba.
Jaime Urcelay
(1) Con gran mérito, Feliciano Martínez Archaga dedicó el Capítulo XVIII de su libro Poza de la Sal y los pozanos en la historia de España (Imprenta Monte Carmelo, Burgos, 1984, págs. 199 a 211) a la recopilación de breves biografías de Hijos ilustres de Poza. No han sido pocos desde tiempos medievales.
(2) Colección Pueblo y Tierra, Ciudadela Libros, Madrid, 2011, 248 págs. Puede descargarse el capítulo completo dedicado a Felipe de Urquijo, pinchando aquí. En la edición original se deslizó un error en el segundo párrafo de la página 210: donde dice «salinas de Rosío en Guipúzcoa», debe decir «salinas de Rosío en Burgos». Añado ahora también algunos datos proporcionados por la más reciente obra de José María Chomón Burgos: prensa y periodistas del siglo XIX. La importancia de la información local (Editorial Fragua, Madrid, 2017, pág. 562):
- En 1863 se le concedió la Gran Cruz de Isabel la Católica, según puede leerse en La Correspondencia de España (nº 1665, del 11 de febrero de 1863, pág. 3): Ha sido agraciado con la cruz Isabel la Católica el jefe de las salinas de la provincia de Burgos D. Felipe Urquijo, empleado dignísimo y ventajosamente conocido del público por algunos artículos publicados en varios periódicos de provincia y en alguno también de esta corte.
- En 1866 fue nombrado Administrador de Loterías de Burgos.
- De la represión de que fue objeto por ideas, se citan dos hechos: su encarcelamiento tras denunciar en El Castellano Viejo irregularidades electorales en la localidad de Frandovinez y la detención arbitraria tras el brutal asesinato por una muchedumbre del Gobernador Civil de Burgos, el 25 de enero de 1869. Así narraba esta última el periódico El amigo verdadero del pueblo (nº 28, de 24 de febrero de 1869, pág. 3): El Sr. D. Felipe Urquijo, director que fue del «Castellano Viejo», también fue sacado de la cama, donde se encontraba enfermo, y llevado al presidio en medio de las mayores vejaciones… ¡Y viva la libertad de imprenta!
(3) Imprenta de la Viuda e Hijo de Aguado, Madrid, 1884, pág. II. Puede descargarse completo en pdf pinchando aquí.
(4) op.cit. págs. 197-198.
(5) Poza de la Sal. Cuerpo y alma de una villa milenaria, Editorial La Olmeda, Burgos, 1992, pág. 85.
(6) Ver la obra ya citada, pág. 175.