Vaya por delante que soy un apasionado admirador de cuanto escribe Juan Manuel de Prada, tanto por su calidad literaria como por su rara libertad intelectual y la agudeza y profundidad de sus opiniones sobre el hombre de nuestro tiempo.
Ahora acabo de pasar unos días navideños verdaderamente deliciosos con la lectura de su última novela Morir bajo tu cielo, en la que diferentes historias personales ambientadas en los últimos años de soberanía española en las Islas Filipinas convergen, a través del prodigio de la creación literaria, en la épica defensa de la iglesia de Baler –convertida en fuerte- por los conocidos como «los últimos de Filipinas».
Aunque la lectura de un libro es siempre una experiencia muy personal, creo que lo que más cautiva de esta novela es su equilibrio al integrar historia, romanticismo, aventuras, introspección psicológica, ideas de fondo, épica, un cierto costumbrismo… en un conjunto entremezclado que fluye con naturalidad y medida, sin ningún abuso pero a la vez sin ninguna renuncia para aprovechar todas las posibilidades y el atractivo que cada uno de esos «subgéneros» tienen. No es fácil conseguir este resultado, que requiere una creatividad, una documentación previa y una profundidad de pensamiento que están al alcance de muy pocos. Súmese a estos atributos la capacidad expresiva, el dominio del lenguaje, de Juan Manuel de Prada.
Pero si este carácter «completo» de la novela es destacable no me parece que lo sea menos la capacidad de su autor para «prestar voz a la conciencia» de un no pequeño número de personajes que, a través de sus cuidados matices interiores, tanto nos pueden enseñar sobre la compleja condición humana. Desfilan por la novela impresionantes «hidalgos de alma» pero también personajes con profundas heridas en el espíritu; seres de una inocencia y una simplicidad que conmueven y almas entregadas incondicionalmente a los demás junto con personajes sumidos en la peor degradación de lo humano… Realmente de todo hay en la novela, sin maniqueísmos pero con una hábil invitación al lector a ejercer el necesario -y no precisamente fácil- discernimiento moral del comportamiento humano.
E ideas de fondo; muchas y muy sugestivas reflexiones al hilo de los diálogos de los personajes sobre cuestiones como la decadencia moral e institucional de la España de la Restauración –con tantos paralelismos con la situación que hoy vivimos-, el sentido de la epopeya civilizadora y evangelizadora de España, las raíces de los movimientos independentistas en la América hispana y Filipinas, las constantes para el buen gobierno de los pueblos y la dignidad de la política, el lugar de la Iglesia, la identidad de lo militar, el significado del verdadero patriotismo y su diferencia con sus embaucadores sucedáneos, la influencia de la masonería, las relaciones internacionales y los intereses geopolíticos, el porvenir de España, o algunas cuestiones de hondo calado teológico y espiritual…
Rescato finalmente, por su vigencia, una de esas reflexiones de fondo a las que me refería, que en este caso aparece casi al final de la novela en un diálogo de dos de sus protagonistas: Sor Lucía, la intrépida Hermana de la Caridad, y Novicio, el líder de los insurrectos de Baler. Dice Sor Lucía: «Esa es la obra más estremecedora del misterio de iniquidad. A los nobles se les empuja a pelear entre sí, y los innobles se las arreglan para obligarles a defender causas distintas, para debilitarlos y hacerse ellos fuertes a costa de su debilidad y así poder sojuzgar mejor a las gentes, que ya no tienen quienes las defiendan».
Jaime Urcelay
Reseña publicada en el blog de Profesionales por la Ética http://profesionalesetica.org/morir-bajo-tu-cielo-una-gran-novela-de-juan-manuel-de-prada/