“El libro religioso más discutido e importante de la última década”. Así calificó David Brooks, en su columna de The New York Times, «La opción benedictina. Una estrategia para los cristianos en una sociedad postcristiana ”, escrito por el periodista norteamericano Rod Dreher (Baton Rouge, Luisiana, 1967) (*).
Sobre lo que para mí no hay duda es que Dreher ha construido un libro muy serio y clarificador, con un argumento con el que ha buscado provocar -en sentido positivo- al lector. A su favor tiene también un estilo periodístico y espontáneo, que para nada resta profundidad a los planteamientos intelectuales del autor, a caballo entre el análisis sociológico y la filosofía y la teología.
Una llamada a la acción
“La opción benedictina” es, además, un libro fundamentalmente práctico, al gusto del pragmatismo norteamericano. Es una llamada a la acción soportada con un buen repertorio de anécdotas, historias y ejemplos concretos. Abundan en el texto las iniciativas, los recursos y las experiencias de aquí y de allá, con un asombroso –y enriquecedor- sentido ecuménico. Dreher creció en una familia metodista, se convirtió al catolicismo y terminó por adherirse a la Iglesia ortodoxa oriental. Pero esa amplitud de perspectiva no quita que desde el principio el autor elija, como ejemplo preferente a seguir e hilo conductor de su propuesta, la experiencia de San Benito de Nursia y el monacato benedictino.
Para quien no haya leído el libro, conviene aquí despejar un posible equívoco derivado de su título: «La opción benedictina» no es una llamada a los cristianos para que abandonen el mundo y se refugien en los monasterios benedictinos. El lector lo verifica en cuanto se adentra en la obra y Dreher termina por aclararlo explícitamente, por si queda alguna duda, en las páginas finales:
La opción benedictina no es una técnica para revertir las pérdidas –políticas y de cualquier otro tipo- que hemos sufrido los cristianos. No propone una estrategia para retrasar el reloj y volver a una época dorada imaginaria. Y menos aún es un plan de puros para construir comunidades de puros, aislados del mundo real.
Por el contrario, la opción benedictina es una llamada a emprender la larga y paciente tarea de reclamar el mundo real a la vida moderna y liberarlo de su artificio, su alienación y su atomización. Es un modo de ver el mundo y de vivir en el mundo que socava la gran mentira de la modernidad: que los humanos no somos más que fantasmas dentro de una máquina y que podemos ajustar sus parámetros como nos plazca (pág. 284).

Rod Dreher, autor de «La opción benedictina» (Foto: Ignacio Gil, ABC)
Una sociedad postcristiana
Veamos cómo Dreher articula esa llamada. Básicamente lo hace, como se desprende de la cita transcrita, en base a dos elementos: un diagnóstico y una propuesta.
Empezando por el diagnóstico, no puede ser más claro y preciso. Occidente se ha convertido, después de un largo proceso histórico marcado por la evolución de las ideas filosóficas a partir del nominalismo, en una sociedad postcristiana o modernidad líquida. Sus principales rasgos: “el individualismo y el secularismo radicales”, la veneración del «yo y el bienestar material”, que han generado una cultura marcada por la soberanía absoluta del deseo, en la que Dios y la verdad han quedado confinadas a la vida privada de una minoría.
En este contexto cultural, una buena parte del cristianismo se está convirtiendo en lo que investigadores sociales norteamericanos han denominado «deísmo moralista terapéutico”. Un desenfoque de la experiencia cristiana, sin vida ni fuerza, que ha renegado de su esencia y que, si no despertamos a tiempo, puede acabar por conducir a la autodestrucción del cristianismo occidental.
La radiografía puede parecer dura, pero el inteligente y valiente análisis de la realidad que Dreher presenta deja, a mi juicio, poco margen para conclusiones muy diferentes.
Afrontar un cambio radical en nuestro modo de vida
Segundo elemento de su llamada: un conjunto de propuestas concretas para superar, pacientemente, esta situación de profunda crisis y devolver al ser humano y al mundo el gusto por la verdad, el bien y la belleza.
Si los cristianos occidentales queremos mantenernos fieles a nuestra fe en Cristo debemos afrontar un cambio de alguna forma disruptivo; no nos va a bastar con adaptarnos a lo que el mundo nos impone.
Se trata, para Dreher, de un “salto hacia una forma realmente contracultural de vivir el cristianismo”, lo que en realidad no significa más que el retorno a la tradición cristiana originaria. «Este es -según explica- el propósito de la opción benedictina: ayudarnos a ordenar todos los aspectos de nuestra vida haciendo de Cristo su centro”.
Ciertamente una genuina expresión de esa tradición cristiana, fue, en el siglo VI y en un un contexto histórico también de fuerte declive cultural, el movimiento iniciado por San Benito y su Regla para la vida de comunidad. Un impulso espiritual y cultural que, como es bien sabido, salvó la fe en Europa tras el colapso de la civilización romana y que se conserva hoy en las comunidades de los monasterios benedictinos, de los cuales el de Nursia -en Italia- sirve de particular inspiración a Dreher.
A partir de aquí, Dreher proyecta su enfoque sobre los ámbitos en, los que a su juicio, se hace más crítica la opción benedictina: la política en sentido amplio, la Iglesia, la familia, la comunidad, la educación, el trabajo profesional, la sexualidad y la tecnología. Cada uno de estos capítulos, en los que el autor va organizando las implicaciones concretas de la opción benedictina, bien justificaría un comentario separado que aquí no es posible abordar.

Rod Dreher presentando «La opción benedictina» en la Universidad San Pablo – CEU, de Madrid, el pasado 15 de enero. Le acompañan en la mesa Alfonso Bullón de Mendoza, Presidente de la ACdP, y Fray Santiago Cantera, Prior de la Abadía Benedictina de Santa María del Valle de los Caídos.
Un libro debatido
Volviendo a la cita de The New York Times con la que iniciaba esta nota, es cierto que “La opción benedictina” está siendo un libro muy discutido. No es fácil que deje indiferente a un lector consciente de la capacidad transformadora de la fe cristiana, en lo personal y en lo comunitario o cultural. Creo que es un debate positivo, aunque, lamentablemente, algunas descalificaciones del autor y del libro y su autor me temo que proceden de personas que no se han tomado la molestia de abrirlo.
Selecciono aquí tres puntos de debate que, entre otros muchos posibles, me parece son interesantes. El primero es el juicio sobre el diagnóstico que Dreher presenta: ¿es realista o tiene un punto de alarmismo? Segundo, concerniente fundamentalmente a los católicos: ¿hay algo de contradictorio entre el enfoque de Dreher y la línea pastoral básica del pontificado del papa Francisco? Y, por último, la radicalidad de las propuestas de Dreher ¿no las hacen inviables en la sociedad de hoy? Veamos brevemente las tres cuestiones
¿Un diagnóstico realista o alarmista?
Bueno, evidentemente las apreciaciones de Dreher -como las de cualquiera- son discutibles. La realidad es siempre compleja, poliédrica, y está llena de paradojas. En nuestro tiempo coexisten, como en cualquier otro momento de la historia, luces y sombras. A la hora de hacer un análisis puede ponerse el acento en unas o en otras.
Pero, más allá de esto, creo que el diagnóstico de Dreher es riguroso y tiene algunas fortalezas para que, al menos, deba ser considerado con seriedad: su perspectiva es global y evolutiva, no se queda en fenómenos más o menos puntuales o aislados; está, además, basada en hechos y en datos, queramos verlos o no; y, por último, parte de un entendimiento suficientemente profundo y bien fundado sobre lo que implica el Evangelio de Cristo.
Solo una correcta comprensión de la realidad puede llevar a decisiones y acciones acertadas. Por eso he valorado la perspectiva aportada por Dreher como una buena ayuda para el discernimiento personal y para provocar conversaciones que pueden resultar muy iluminadoras.
¿Contradice «La opción benedictina» al papa Francisco?
Planteo este tema de debate muy esquemáticamente: Dreher propone “recristianizarnos” y defender la fe y nuestra identidad con una “retirada defensiva” hacia pequeñas comunidades fraternas en las que vivir realmente la fe en medio de una sociedad crecientemente hostil, a veces simplemente a la trascendencia; Francisco insiste en un cristianismo “en salida”, para llegar, desde la novedad del Evangelio y con un mensaje de misericordia y compasión, a las “periferias” de nuestra sociedad, a los que no tienen fe y a los “descartados” de la actual sociedad consumista.
¿Hay realmente contradicción entre uno y otro mensaje?
Pienso más bien que lo que hay es complementariedad. De nuevo, el tema va de “y”, no de “o”. No se trata de elegir entre fe y caridad; ambas son inseparables. La fe sin caridad, sin amor, está muerta; la caridad sin fe acaba en un horizontalismo en el que todo empieza y termina en nuestra humana insuficiencia. “No podemos dar al mundo lo que no tenemos”.
«La opción benedictina» abunda claramente en esta pretensión de una fe que nace de una profunda conversión del corazón a Cristo, viva en obras de amor y entrega al prójimo. Su propuesta está muy lejos del entendimiento de la fe como una ideología o una estrategia.
Y, obviamente, el papa Francisco presupone, para el gran impulso pastoral de su pontificado, cristianos con identidad y una fe bien enraizada.
Nunca han faltado en la historia del cristianismo diferentes «pulmones», como dice mi buen amigo Pablo. Entre las dos aparentes “polaridades” -Dreher y el papa Franscisco- existe un amplio campo para la integración a través de un discernimiento prudencial, atento -desde la fidelidad- a la voluntad de Dios para cada uno, cada lugar y cada momento…

Compañía de los Tipi Loschi, una comunidad laica de familias de la ciudad de San Benedetto del Tronto (Ascoli Piceno, Italia), que viven de acuerdo con la «opción benedictina» (Foto: http://www.tipiloschi.com/)
¿Son viables las propuestas de «La opción benedictina»?
He escuchado reprochar a Dreher que sus propuestas son utópicas. Lo que dice, afirman estos críticos, está en teoría muy bien pero no es realista ni viable en medio de las condiciones generales de nuestra vida cotidiana.
Es verdad que las propuestas son audaces porque esto va, no lo olvidemos, de tomarse en serio nuestra fe. Como expresa Marco Sermarini, de la comunidad de familias de los Tipi Loschi, «en el momento que reconoces a Dios como el Señor de todo, ordenas tu vida de un modo radicalmente distinto». Y lo que es valioso sabemos que suele tener un precio alto… a veces hasta el martirio.
Por otro lado, las propuestas y ejemplos que aparecen en el libro, no son, salvo en lo esencial, cerradas. Hay matices y equilibrio, como puede comprobarse, por ejemplo, en los capítulos sobre la familia, la educación o el trabajo profesional. Dreher brinda muchos ejemplos pero, ante todo, invita a un emprendimiento personal de nuevas soluciones creativas de fidelidad a un estilo de vida realmente cristiano.
Y, por encima de todo, el autor deja muy claro que «la opción benedictina» no depende de la voluntad de los hombres sino que será obra de Dios. Por eso tanta insistencia en la contemplación y la oración a lo largo de todo el libro. “Fiat. Fiat. Dejémosle actuar”, como afirma el P. Benedict en las páginas finales.
Dreher concluye:
En medio del dolor, el sufrimiento y la tristeza del mundo, los monjes de Nursia y sus amigos hobbits, los Tipi Loschi, me recuerdan el mandato del anciano de Ap. 5: ‘Deja de llorar, pues ha vencido el león de la tribu de Judá, el retoño de David’. Como ellos lo creen y lo viven, yo también puedo. Todos podemos hacerlo (p. 296).
Conversando con Rod Dreher
Tuve el privilegio de asistir, con mi hija Belén, a la presentación de “La opción benedictina” que Dreher llevó a cabo en Madrid el pasado mes de enero. Por lo que puedo juzgar de aquel acto, me pareció una persona serena pero llena de fuego. Un hombre inteligente y práctico, que sabe lo que dice y lo vive… Un periodista con una sólida formación filosófica y teológica y una mirada abierta y atenta a la compleja realidad del mundo de hoy. Además, por decirlo todo, un tipo simpático y con mucha empatía personal.
Al acabar la presentación, nos acercamos mi hija y yo al autor para darle las gracias y que nos dedicara el libro. Estuvo un rato charlando animadamente en inglés con mi hija, insistiéndole en la importancia de que nos vinculemos y nos sostengamos unos a otros.
Su dedicatoria del libro no puede resumir mejor lo que sus páginas han inspirado en mí:
“To Jaime – keep the faith!” (Para Jaime – ¡mantén la fe!).
Este es, al cabo, el principal mensaje de «La opción benedictina»: una interpelación personal para que nos tomemos en serio nuestra fe en medio de un mundo que ha proclamado la muerte de Dios.
Jaime Urcelay
(*) Traducción de Consuelo del Val. Prólogo a la edición española de Agustín Domingo Moratalla. Ediciones Encuentro, Madrid, 2018, 306 págs.
Buenas tardes. A mi me parece muy interesante y de una gran formación el libro La Opción Benedictina para esta sociedad que ya no es cristiana. Solo de nombre. Porque le hemos dado la muerte a Dios. Pasa como en los tiempos de N.P. San Benito. En hombre tiene que volver nuevamente a Dios. Esta sociedad moderna de materialismo que ha perdido todos sus valores del cristianismo necesita una nueva cristianización de España. Deseo tenga el mayor éxito posible este libro de La Opción Benedictina. Mis saludos a todos.
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Muchas gracias por su comentario, Agustina. Saludos cordiales.
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