Andrea Navagero (Venecia, 1483 – Blois, Francia, 1529), es una personalidad poco conocida en España. Algunos pueden recordarle por una cita aislada en nuestras historias de la literatura, no tanto por su propia obra como por la influencia ejercida en el arte literario de nuestro poeta Juan Boscán (Barcelona, 1487 – 1542), reformador de la métrica castellana[1]. Otros, tal vez caerán en la cuenta de que se trata del personaje que aparece, junto con Agostino Beazzano, en el célebre doble retrato obra del gran pintor renacentista Rafael Sanzio[2].
Uno de nuestros mayores sabios nacionales, Marcelino Menéndez Pelayo, le consideraba, sin embargo, una figura destacadísima del Renacimiento italiano. A él se refiere en términos muy elogiosos, compartidos con Baltasar Castiglione, el embajador del papa, buen amigo de Navagero y partícipe también, aunque más en segundo plano, de los sucesos de Burgos que dieron lugar a la detención de los embajadores de la Liga en Poza de la Sal (Burgos).

“Precisamente aquel año [1525] nos envió Italia en misión diplomática dos de sus más ilustres hijos, personajes de primer orden en la historia del Renacimiento, y que por varias razones ejercieron influencia profunda sobre el arte literario de Boscán y sus amigos. No eran medianos preceptores, de incorrecta latinidad y gusto dudoso como Pedro Mártir y Marineo Sículo, sino ingenios cultísimos nutridos con la más pura savia de la antigüedad, hombres de mundo al mismo tiempo que humanistas, versados por igual en el refinamiento de las cortes y en la sabiduría de las escuelas, imitadores de las formas clásicas con un sentimiento original y eficaz de la vida moderna. Ellos eran, juntamente con Bembo, Sadoleto, Fracastor y Jerónimo Vida, los más calificados representantes de la cultura ítalo-clásica llegada a su madurez en corrección, elegancia y lindeza, aunque por otra parte comenzase a perder la frescura juvenil con que se había mostrado en los admirables poemas latinos de Poliziano y Pontano” [3].
En otro lugar, el polígrafo santanderino se refiere a Navagero como “gran personaje literario y hábil político”[4].
Es momento, pues, de conocer un poco más de cerca a esta singular personalidad[5].

Un genuino humanista del Renacimiento
Perteneciente a una notable y antiquísima familia patricia, Andrea Navagero nació en Venecia en 1483, siendo el cuarto hijo de Bernardo Andrea Navagero y de Lucrecia Boloni.
Entró tempranamente, en 1504, en el Gran Consejo[6], incorporándose así a la vida pública oficial de la República. Iniciado en los estudios clásicos con Marco Antonio Coccio (Sabellico), demostró pronto una llamativa aptitud para el conocimiento de los grandes autores latinos y una gran memoria. Completó después estudios universitarios en Padua, de griego con Marco Musuro, y de filosofía con Pietro Pomponazzi.
Fue condiscípulo, entre otros, de Girolamo Fracastoro, Giovanni Battista Ramusio y Gasparo Contarini. Con ellos creó unos vínculos intelectuales que dieron lugar a un muy destacado círculo humanista y generacional, que marcó su vida.
Entre 1508 y 1509, durante la agresión contra Venecia de las potencias unidas en la Liga de Cambrai, fue soldado a sueldo del condottiero Bartolome d’Alviano en el enclave de Pordenone, hasta la derrota veneciana en la batalla de Agnadello. En este tiempo participó, con hombres de letras y científicos, como Cotta y el citado Fracastoro, en la llamada Accademia Liviana, promovida por dicho condottiero en dicha ciudad de Pordenone.
Por esa misma época y años posteriores, además de escribir poemas y églogas latinos, colaboró con el importante impresor veneciano Aldo Manuzio -y, a la muerte de éste, con sus herederos y Andrea Torresano– en la edición de los clásicos más importantes, como Quintiliano (1513), Virgilio (1514), Lucrecio (1516), Ovidio y Terencio (1517), Horacio y Cicerón (1519). Con ello contribuyó decisivamente a la divulgación y revalorización de la antigüedad romana. De estos años son también sus dos primeros discursos públicos: el celebrado con motivo de la muerte de Caterina Cornaro, reina de Chipre (1510) y el del funeral del citado Bartolomeo d’Alviano (1515). Algo posterior, ya de 1521, será el de los funerales del Doge Leonardo Loredan.
Sabemos también que, entre finales de 1515 y abril de 1516, fue, con Andrea Beazzano, huésped en Roma de Baltasar Castiglione, en cuya residencia Rafael pintó el famoso retrato doble. También allí conectó con Pietro Bembo, a cuyo servicio estaba Beazzano y con quien trabó una gran amistad.
Encargado de la Biblioteca Marciana e historiador oficial de Venecia
El 30 de enero de 1516 el Senado veneciano le nombró, en atención a su fama y talla intelectual, encargado de la Biblioteca Marciana o de San Marcos e historiador oficial de la República, para continuar la historia publicada en 1487 por el citado Sabellico, su primer maestro. En su nombramiento, el Senado afirmaba que encuentra en él a uno de sus nobles y al primer hombre de letras del mundo. Parece que por este tiempo era su intención realizar votos eclesiásticos y que, por otro lado, la situación económica de su familia era algo precaria, por lo que el nombramiento vino también a aliviar estas dificultades materiales. Existe división de opiniones en los estudiosos italianos respecto a si llegó o no a realizar el encargo de la historia veneciana. A su muerte, la tarea fue retomada por Bembo.
El 10 de octubre de 1523, también el Senado le confirió el cargo de embajador extraordinario ante el cristianísimo emperador Carlos V, junto con Lorenzo de Priuli (1489-1559), en sustitución de Gasparo Contarini. Suponía la coronación de su actividad cultural, enmarcada en el contexto de la concepción, en ese tiempo, de la representación diplomática. Tenía en ese momento 40 años.
En la segunda parte de esta entrada dedicaremos específicamente nuestra atención a su legación diplomática en España, por lo que no nos paramos ahora en ella. Baste decir que, tras finalizar su misión ante Carlos V, regresó a Venecia el 24 de septiembre de 1528. Habían transcurrido cuatro años, dos meses y nueve días desde la salida de su ciudad natal. El 6 de octubre se presentó ante el Senado para exponer su correspondiente relato o informe.
El 9 de enero de 1529, fue elegido como embajador ante Francisco I, en sustitución de Sebastiano Giustinian. El 2 de marzo partió para Francia, es decir apenas cinco meses después de su regreso de España.
La muerte en Blois
Poco después, el 8 de mayo de 1529, a la edad de cuarenta y seis años, la muerte le sorprendió, a consecuencia de la peste, en Blois (Francia), cuando, camino de Cambrai, acompañaba a la corte de Francisco I. Fue enterrado en la iglesia de San Martino de Murano, demolida con el tiempo.
Su prematura muerte “produjo -escribe Don Marcelino- inmenso dolor entre los humanistas de Italia, porque era una de las columnas de las buenas letras, y nunca, ni aún en medio del tumulto de la vida diplomática, tan ardua y compleja en aquellos días, había dejado de tributar culto a la severa musa de la filología clásica”[7].
Fue personalidad representativa del esplendor del Renacimiento italiano, con cuyas figuras más destacadas mantuvo amistad y estrecho contacto. Filólogo y apreciado erudito griego, Ariosto lo nombra, junto con Musuro y Lascaris, entre los mayores estudiosos de la lengua de Homero.
Espíritu refinado y con una curiosidad casi universal, “tuvo, como otros humanistas, (…) el instinto y la revelación del paisaje: amaba verdaderamente la naturaleza en sus aspectos risueños y apacibles (…). Era un sibarita intelectual que, como dice en una de sus cartas, hubiera querido pasar la vida en los huertos de Epicuro”[8]. Su corazón estaba en su finca de Selva y su jardín de Murano, del que se ha dicho que “fue el primer jardín botánico de Europa”[9].

Obras y principales ediciones de Navagero
Respecto a la obra de Navagero, Menéndez Pelayo afirma que “se pasaba de exquisito y aún de intolerante en sus gustos literarios”, lo que le hacía muy escrupuloso y perfeccionista a la hora de escribir.
Al poco de su muerte, en 1530, su círculo de amigos publicó, para honrar su memoria, un volumen titulado Andreae Naugerii Patricii Veneti Orationes duae, Caminaque nonnulla, con algunas de sus obras. En concreto, se trataba de dos de sus discursos civiles (por los funerales, respectivamente, de Bartholomaei Liviani y Leonardo Loredan) y un grupo de 44 poemas en latín, bajo el título Lusus.
En dicho volumen se conjetura con que el autor ordenó quemar sus propias obras, al no poder tolerar la idea de que sus escritos quedaran en una redacción que no fuera del todo perfecta, desde el punto de vista estilístico y formal. Esta quema, cuestionada por algunos comentaristas de Navagero, habría afectado a su historia de Venecia.
En 1534, Ramusio supervisó la publicación en italiano de un volumen con dos de las principales obras escritas hasta entonces en España sobre el Nuevo Mundo: las tres primeras décadas de Décadas de Orbe Novo (Décadas del Nuevo Mundo), de Pedro Mártir de Anguería (Arona, Milanesado, 1457 – Granada, 1526), y Sumario de la natural historia de las Indias, de Gonzalo Fernández Oviedo Madrid, 1478 – Santo Domingo, 1557). La crítica es unánime en atribuir a Navagero estas traducciones, junto con su continuidad en nuevas traducciones de los mismos autores publicadas también en 1534. Las habría realizado durante su embajada en España, cuando mantenía estrecho contacto con aquellos.
En 1545 se publicó, en el volumen Libro primo delle Rime di diversi auttori, la primera colección de ocho poemas, en lengua vernácula, de nuestro autor. Están dedicados, como los que se descubrirán ya en el XIX, al tema del amor.
En 1556 se publicaron las cinco cartas a Ramusio vinculadas a El Viaje, cuya difusión en Italia fue más importante que éste [10].

Aparte de algunas reimpresiones de obras ya editadas anteriormente, será en 1563 cuando Domenico Farri publique por primera vez su celebre El Viaje hecho por España y Francia, su obra de mayor interés para nosotros. Lo hará con el título, probablemente de cierta pretensión comercial, de Il Viaggio fatto in Spagna, et in Francia, dal Magnífico M. Andrea Navagiero, fu oratore dell’illustrissimo Senato veneto, allá Cesarea Maesta di Carlo V. Con la descrittione particolare delli luochi, et costumi delli popoli di quelle Provincie. Ese mismo sentido comercial del impresor parece desprenderse de la Dedicatoria del libro al obispo Lepido de Malaspina, en la que conecta con el gusto del público lector de la época por los libros de viajes.
Esta edición príncipe consta de 68 páginas por las dos caras; los párrafos no están numerados.
También en la Dedicatoria, Farri afirma que el manuscrito “vino a las manos de Juan Bautista Ramusio, secretario que fue del Ilustre Consejo de los Diez, y (…) habiendo llegado después a manos del honorable Messer Paolo, su hijo, éste me lo ha mostrado”. Es un detalle de suma importancia para entender El Viaje y quién era en realidad su destinatario.

En 1718, los hermanos Cayetano y Joanne Antonio Volpi editaron en Padua, con cierto lujo, Andreae Naugerii patricii veneti oratoris et poeta clarissimi Opera Omnia. Está precedida de un estudio biográfico y crítico, redactado por Joanne Antonio Volpi, sobre Navagero y su tiempo. Los editores incluyeron tanto las cartas a Ramusiocomo El Viaje. Previamente a éste y tras una breve nota de Volpi para el lector, reproducen la Dedicatoria de Farri. Los párrafos del texto de El Viaje aparecen aquí numerados en latín.
En 1754 la Tipografía Remondiniana, de Venecia, publicó una segunda edición de la Opera Omnia, más modesta.
Jaime Urcelay
(Continuará)
NOTAS
[1] La relación entre ambos poetas quedó registrada en un famoso pasaje de la carta de Boscán a la duquesa de Soma: “Porque estando un día en Granada con el Navagero (al qual, por haber sido tan celebrado en nuestros días, he querido aquí nombralle a vuestra señoría), tratando con él en cosas de ingenio y de letras, y especialmente en las variedades de muchas lenguas, me dixo por qué no probaba en lengua castellana sonetos y otras artes de trovas usadas por los buenos autores de Italia; y no solamente me lo dixo así livianamente, más aún, me rogó que lo hiciese (…)”. Cfr: MENÉNDEZ PELAYO, M.: Antología de poetas líricos castellanos, tomo XIII Juan Boscán, Estudio crítico por D. Marcelino Menéndez Pelayo, Librería de los Sucesores de Hernando, Madrid, 1908, pág. 76. Sobre la relación de Boscán y Garcilaso con Navagero y Castiglione, vid.: FOSALBA, E.: “A vueltas con el descuido de Garcilaso y Boscán”, en La escondida senda. Estudios en homenaje a Alberto Blecua, Castalia, Barcelona, 2012.
[2] Se trata del cuadro “Retrato de Andrea Navagero y Agostino Beazzano”, fechado en 1516. Se encuentra en la Galería Doria Pamphilj, en Roma. Originariamente, se conservaba en la casa de Bembo, amigo de Navagero. En el Museo del Prado existe una copia de dicha pintura, dividida en dos retratos tras su llegada a España, obra, probablemente, de un artista veneciano.
[3] MENÉNDEZ PELAYO, M.: Antología…, op.cit., pág. 76 y ss.
[4] Idem., pág. 64.
[5] Además de tener a la vista las principales notas biográficas publicadas en España, sigo, sobre todo, la tesis doctoral de Carlo Cherlenda (Vid.: CHERLENDA, C.: “’Grandissime maraviglie et gran diversitadi’: itinerari, spazio, alterità nel genere odeporico. Uno studio sul ‘Viaggio fatto in Spagna et in Francia’ di Andrea Navagero”, tesis doctoral, Universidad de Padua, 2018, pág. 210 y ss) y la completa biografía del veneciano, seguida de una amplia bibliografía, escrita por Igor Melani para el Dizionario Biografico degli Italiani, vol. 78 (2023), accesible en https://www.treccani.it/enciclopedia/andrea-navagero_(Dizionario-Biografico). Consultado el 31/07/2023. La base de estas biografías se encuentra en la que escribió Joanne Antonio Volpi para la edición de la obra completa, publicada por primera vez en Venecia en 1718 (Vid.: VULPIO, J.A.: “Andrea Naugerii patricii veneti vita”, en Andrea Naugerii patriciii veneti oratoris et poetae calarissimi Opera Omnia, recopìladas por Jo. Antonio J.U.D. et Caetano Vulpis, impreso por Josephus Cominus, Padua, 1718) y en la correspondiente a Delle inscrizioni veneziae de Antonio Cicogna, extraída después en un volumen independiente dedicado a Navagero (Vid.: CICOGNA, E.A.: Della vita e delee opere di Andrea Navagero, oratore, istorico, poeta veneziano del secololdecimosesto, Tipografia Andreola, Venecia, 1855).
[6] Encargado, entre otras funciones, de la elaboración de las leyes, en él solo participaban los miembros de las grandes familias aristocráticas de la República.
[7] MENÉNDEZ PELAYO, M.: Antología…, op. cit., pág. 75.
[8] Ídem., pág. 62.
[9] Vid. “Andrea Navagero da Murano, il latinista che bruciava i libri di Marziale”, Il Gazzettino, 23 de septiembre de 2019, en https://www.ilgazzettino.it/nordest/venezia/ritratti_veneziani_andrea_navagero-4752552.html. Consultado el 31/07/2023.
[10] Las cartas fueron publicadas por primera vez en Venecia en 1556 por Girolamo Ruscelli, en la obra titulada Lettere di diversi autori eccellenti. Para la relación entre estas cartas y El Viaje y sus diferentes interpretaciones en la crítica literaria italiana, Cfr: GHERLENDA, C.: op. cit., págs. 253 y ss.


