
He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos. Esta frase que Saint-Exupéry pone en boca del zorro y que después repite El Principito a fin de acordarse, es una de esas enseñanzas que tampoco nosotros debiéramos olvidar (1).
Porque esa mirada del corazón es relevante, por ejemplo, para dar significado a ese tesoro artístico, tan desconocido, representado por el conjunto de piezas de platería hispanoamericana conservadas en diferentes pueblos de la provincia de Burgos, entre los que se encuentra -de forma no poco destacada- nuestra Villa de Poza de la Sal (2).
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