El diseño e implantación de sistemas de evaluación de personas en las organizaciones es una cuestión compleja y, no pocas veces, polémica. No importa que los modelos teóricos estén ya muy avanzados o que el repertorio de buenas prácticas sea hoy amplísimo; acertar sigue siendo un desafío de primer orden porque la diferencia entre contar con buenos o con malos sistemas tiene consecuencias muy importantes en el desempeño organizativo.