Así hemos perdido la ermita de La Magdalena, en Poza de la Sal

La ermita de La Magdalena, en el valle de las salinas de Poza de la Sal, poco antes del derrumbe de su espadaña en 2010.

Levantado ya el confinamiento de la pandemia, he podido volver estos días a Poza de la Sal y recorrer otra vez los campos y el paisaje que llevo grabados en el alma.

De ellos, siempre tuve preferencia por el valle de las salinas. En los años de mi infancia y adolescencia -los 60 y primeros 70- era una increíble mezcla del esplendor de la naturaleza con el espectáculo, verdaderamente evocador, de la ruina del granjerío para la explotación de la sal, que por aquel entonces se abandonaba. Aquello colmaba nuestra curiosidad y capacidad de asombro.

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«Noticia de las salinas de Poza» (1851), del ingeniero Pío Jusué y Barreda

Pío Jusué y Barreda

El abogado, ingeniero de minas y músico Pío Jusué y Barreda (Torrelavega, Cantabria, 1815-1896), autor de la Noticia de las salinas de Poza (1851) (Dibujo publicado en el diario El Cantábrico, 04/12/1898).

La Noticia de las salinas de Poza (1851) [1], del notable jurista e ingeniero de minas Pío Jusué y Barreda, es uno de los poco conocidos trabajos de tipo técnico publicados a mediados del siglo XIX sobre las salinas de Poza de la Sal (Burgos), cuando éstas alcanzaban un alto rendimiento productivo [2].

Se trata, como en el caso de las informaciones debidas a otros tres relevantes ingenieros de minas –Felipe Naranjo y Garza (1841) [3], Sergio Yegros y Fernández Campos (1852) [4]  y Mariano Zuaznavar Arrascaeta (1876) [5]-, de la mirada de un experto técnico a la configuración física y la ancestral forma de explotación de las salinas pozanas, cuyo origen se pierde en el tiempo y que fueron, junto con las de Añana (Álava), las más importantes del norte de España.

Y, como en los otros casos mencionados, el interés del informe del ingeniero Jusué es doble. De un lado, nos aporta datos muy valiosos para conocer, además de los aspectos geológicos del singular diapiro, cómo era el Salero pozano en esa época, todavía de esplendor. Poco después, por diversos factores y la eliminación en 1868 del estanco real de la sal, se iniciaría un declive que, muy patente ya en el comienzo del siglo XX, acabó por conducir al completo abandono, en la dácada de 1960-1970, de las que habían sido Reales Salinas de Poza [6].

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