(Nota.- El texto que sigue es continuación de la anterior entrada de este blog titulada El misterio de la ciudad romana de Flaviaugusta, en Poza de la Sal (Burgos). Por este motivo, en las citas bibliográficas que aparecen al final he omitido las referencias completas de aquellas fuentes ya citadas en dicha entrada anterior).
Los hallazgos accidentales producidos en 1928 con las obras del Ferrocarril Santander-Mediterráneo marcaron un hito fundamental para el conocimiento de Flaviaugusta, si bien tuvieron, como lamentable contrapartida, la destrucción de los restos de la parte descubierta de la ciudad.
Se trata también de una historia olvidada, por lo que vamos a necesitar un pequeño viaje en el tiempo para intentar rescatar lo ocurrido, aprovechando que la prensa, tanto local como nacional, prestó alguna atención al suceso[1]. Hay, asimismo, otros testimonios que pueden ayudarnos.
Poza de la Sal, verano de 1928
En agosto de 1928, se realizaban en Poza las obras de construcción de la estación del Ferrocarril Santander-Mediterráneo. Se trataba de un ambicioso y largamente esperado proyecto, visto en el pueblo como una oportunidad para salir de la situación de letargo en la que se encontraba desde fines del siglo XIX. Sin paralelas de ferrocarril – leemos en una portada de 1911 del diario El Castellano-, sin otras vías de comunicación aún más modestas, diríase que a las puertas de esta villa no puede llegar jamás un asomo de progreso[2].
Particularmente, se creía una buena opción para el relanzamiento de las salinas, cuyo implacable declive se había precipitado con el desestanco de la sal en 1869, fundamentalmente por la carestía del transporte[3].

La estación, inicialmente pensada para el pago de Las Granjas -donde hoy están las piscinas municipales-, se construía finalmente en el paraje de La Vieja, en la vega del Homino, a la derecha de la carretera que va en dirección a Salas de Bureba.
Cuando se trabajaba en la explanación del terreno y la excavación de trincheras, empezaron a aflorar restos arqueológicos. Sabemos, en concreto, que el 23 de agosto de 1928 apareció un sarcófago de piedra, protegido por un muro, con tapa y un esqueleto de adulto en su interior. Fue destapado y los huesos removidos.

Ante este hecho, se alarmó el alcalde pozano, José Saiz Aldama, pues, al parecer, en días anteriores ya se habían descubierto otros tres sarcófagos, que fueron destruidos. Se dijo entonces, además, que los obreros que allí trabajaban tienen orden de destruir y ocultar inmediatamente cuantos objetos encuentren[4].
Todo apuntaba a que en el lugar de las excavaciones había una necrópolis en toda regla, como ya se supuso a propósito de los hallazgos fortuitos de 1806 y la confusa aparición de otros cinco sarcófagos, reseñados por Fita en 1916, varios de ellos con una sencilla ornamentación de círculos y semicírculos incisos[5]. A estos sarcófagos hay que agregar el de Los Reyes Magos, utilizado como pilón en Pedrajas hasta su descubrimiento en 1914 por Huidobro y actualmente expuesto en el Museo de Burgos[6].
De poco debieron servir la intervención del Gobierno Civil y una primera visita a Poza de dos representantes de la Comisión Provincial de Monumentos[7], en concreto el P. Luciano Huidobro, a quien ya conocemos, y Matías Martínez Burgos (jefe del Museo Provincial de Burgos). No se juzgaron de especial interés los restos aparecidos hasta ese momento.

Martínez Santa-Olalla entra en escena
El 28 de agosto, el presidente de dicha Comisión, Eloy García de Quevedo, encargó a Huidobro que pidiese a Julio Martínez Santa-Olalla, por aquel entonces lector en la Universidad de Bonn (Alemania), que se diese una vuelta por Poza para ver los descubrimientos, antes que lo destrocen[8].
Santa-Olalla solía pasar en el pueblo las vacaciones de verano, pero en ese momento se encontraba en Valladolid, visitando a su madre enferma.

Ya sabemos, por el capítulo anterior, que, desde edad llamativamente temprana, había desplegado una intensa actividad arqueológica en los campos de Poza, reflejada en artículos de prensa y en el Boletín de la propia Comisión. De 1921 era, recordemos, su artículo “Las ruinas de la antigua ‘Flaviaugusta’ (Poza de la Sal)”, en el que, sorprendentemente y contando solo con 16 años de edad, apuntaba ya el lugar donde se encontraba la ciudad romana y ofrecía algunas de sus características[9].

La descripción de Luciano Huidobro
Para esta primera fase de los hallazgos -todavía sin gran importancia- de 1928, es interesante la descripción contenida en la carta, hasta ahora inédita, que Huidobro escribe el 25 de agosto a Santa-Olalla para reclamar su presencia en Poza. Dice así:
El hallazgo ha ocurrido a 2 km de Poza, cerca de la carretera que va a Salas y como unos 400 pasos antes de llegar a la casa de campo y jardín de la Vieja (donde están los sarcófagos). En el terreno que media entre aquella y el río al cambiar la dirección de la vía para hacer la nueva estación se ha hallado un pavimento romano formado de una preparación de mortero con ladrillos desmenuzados sobre la cual había pavimento de grandes ladrillos romanos. Allí se han encontrado algunas monedas romanas de cobre y bronce pequeñas y borrosas de época imperial sin importancia y pondus [pesa de telar] de varias formas, redondos. Junto al pavimento hay una habitación en terreno más alto formado en la boca por grandes bloques de piedra y después por paredes de cemento. No se ha excavado aún.
Más allá se encuentra una construcción subterránea mal formada de agua con piedras sin cal, que podía ser un canal posterior.
Se ha hallado algún vidrio plano fuerte y restos de cerámica roja.
Hasta ahora como ves no tiene grande importancia[10].

Aparecen las estelas-casa
Pero las cosas debieron cambiar mucho en los días siguientes, encontrándose ya Santa-Olalla en el lugar de las obras del ferrocarril. Los hallazgos, como él mismo escribiría después, pasaron a ser de muchísimo más interés.
El 14 de septiembre, la prensa de Burgos publicaba que continúan los descubrimientos históricos y arqueológicos, pues no hay día en que no se encuentre algún objeto raro, que se deposita en la Granja la Vieja. Se ofrecían algunos ejemplos, pero aún no se mencionan los que acabarán siendo más importantes: los exclusivos monumentos funerarios con forma de casa[11].
Las estelas-casa debieron aparecer poco después, ya que, tras algún tipo de informe de Santa-Olalla al presidente de la Comisión de Monumentos, el 19 de septiembre volvieron a Poza Huidobro y Martínez Burgos, esta vez acompañados por el fotógrafo Gonzalo Ojeda, de Photo Club. De hecho, sabemos que adquirieron en esa visita algunas urnas cinerarias y un ara, con destino al Museo de Burgos.
La prensa local, por su parte, confirmaba el 20 de septiembre que (…) hubo en La Vieja (…) una población romana importante, acaso una ciudad. Específicamente afirmaba que se han recogido urnas cinerarias con breves inscripciones, algunas de las cuales se traerán al Museo de Burgos, aras, capiteles, sarcófagos muy toscos y cantidad inmensa de sillares perfectamente escuadrados[12].

La cosa ya parecía bastante más seria, por lo que se pedían excavaciones bien dirigidas y se constataba que la Compañía Santander-Mediterráneo dará órdenes al contratista para que no se malogren los descubrimientos casualmente realizados. Se solicitó también a la Comandancia de la Guardia Civil de Burgos que se vigilasen las ruinas y que se averiguase el paradero de algunos restos, al parecer sustraídos.
Asimismo, en esas fechas se nombró delegado de la Comisión en Poza al entonces sacerdote coadjutor de nuestra parroquia, Don Melchor Pérez Cuevas, a fin de que vigilase la marcha de las excavaciones. Especialmente meritoria, a juicio de dicha Comisión, fue la conducta del comandante de Puesto de la Guardia Civil de Poza, quien adquirió de su caudal algunos objetos para poder conservarlos. Entre otros, se trataba del brazo y la cimera de Mars Ulthor, que después serían trasladados al Museo de Burgos, donde hoy se exhiben[13].
Santa-Olalla escribe los primeros artículos sobre los hallazgos
El 19 de septiembre de ese mismo año están fechados sendos artículos de Martínez Santa-Olalla sobre los descubrimientos, con un título muy similar, pero con diferente contenido, publicados el 21 de septiembre simultáneamente en Diario de Burgos[14] y en El Castellano[15].
Son dos textos con detalles muy significativos, sobre los que no puedo extenderme aquí, pero de los cuales sí quiero destacar algunos párrafos, en concreto de la versión del artículo aparecida en Diario de Burgos:
(…) Los trabajos de explanación y terraplamiento para la que ha de ser estación de Poza de la Sal (…), pusieron al descubierto una extensa e importantísima necrópolis, cuya bárbara destrucción sistemática ha sido llevada a cabo con una rapidez y perfección ejemplares.
(…) Sarcófagos, inscripciones, piedras funerarias, columnas, bases, capiteles…todo ha sido material de relleno utilísimo, perfectamente mutilado y triturado en muchos casos.
(…) Con tanta ‘suavidad’ se procede, que yo he tenido que hacer esconder las piedras que pretendía salvar de la escombrera y no podían transportarse de momento -lo que ha dado lugar a algún episodio pintoresco de ‘ocultación’, como si de alguna fechoría se tratara.
(…) Debo hacer público el entusiasmo e interés, a que quedo profundamente agradecido, de los vecinos Vicente y Bonifacio Padrones y Venancio Ruiz, gracias a los cuales puedo conservar, salvándolos de la destrucción, algunos de los ejemplares más interesantes.

Como se ve, Santa-Olalla insiste en la destrucción intencionada. De sus palabras se deduce, además, que el desorden y el descontrol debieron ser mayúsculos. No parece, por lo demás, que la destrucción de los restos por las obras cesara en ningún momento, por sorprendente que pueda parecer.
Consideraba también el autor que lo hallado era parte de la población que fue municipio romano y se llamó Flaviaugusta. Se extendía asimismo sobre algunas características -y su posible interpretación- de la necrópolis y sobre lo que la hace singularísima: las sepulturas de incineración, cubiertas por piedras a dos vertientes, con aspecto de templete (…). Escribía que, según el cálculo que he podido hacer a la vista de lo aún no destruido, contendría [la necrópolis] de 500 o 700 sepulturas, de incineración la mayoría y de inhumación una parte más reducida.
Finalmente, destacaba que se ha perdido con la necrópolis de ‘La Vieja’ un ejemplar riquísimo y único hoy por hoy en España, anunciando su intención de estudiar los hallazgos:
No sería posible hablar de resultados científicos ahora de momento. Lo hallado que he podido salvar, o que otros han salvado, requieren un pausado estudio que he de dedicar a lo encontrado en estos días y al rico material de que ya disponía.
Un sorprendente agradecimiento a los autores de la destrucción
Un enfoque en parte diferente tiene el artículo de Santa-Olalla publicado en el diario burgalés El Castellano, recordemos que en la misma fecha y de similar título que el de Diario de Burgos.
Hay en él una descripción de antecedentes sobre Flaviaugusta y noticia también de lo encontrado. Pero solamente en uno de los párrafos se menciona la destrucción:
(…) Mas lo que es de máxima importancia es la necrópolis, en la que calculo se han destrozado de 500 a 700 sepulturas. Es una destrucción y desaparición tan rápida, que he tenido que ordenar se entierren las piedras sepulcrales que yo he de retirar.
Sin embargo, lo que resulta más llamativo es la nota añadida al final por el propio diario:
Nuestro ilustre colaborador Sr. Martínez Santa-Olalla nos ruega, y muy gustosamente deferimos a tal ruego, que hagamos público en estas columnas el testimonio de su más sincera gratitud (…) a la Empresa Santander-Mediterráneo, al ingeniero de la zona Sr. Ramírez, al contratista señor Otaegui y al encargado de las obras León Ugarte.
El asunto de las responsabilidades de la empresa y el contratista -tan contradictorio, como acabamos de ver, pudiéndose ampliar con algún otro testimonio publicado en las siguientes semanas-, es uno de los aspectos más oscuros en el conjunto del suceso. Sobre él hubo una pequeña polémica pública inicial en Diario de Burgos, que no fue a más[16]. Algo similar ocurrió respecto al papel jugado por la Comisión Provincial de Monumentos y a si pudo haber evitado lo sucedido. En este caso, la polémica tuvo lugar, pasadas ya algunas semanas, en el diario nacional El Debate[17].
Sea como fuere, en marzo de 1929 llegaron, por fin, al Museo de Burgos las estelas-casa y el resto de objetos adquiridos por la Comisión de Monumentos. Fueron trasladadas desde Poza por la Compañía del Ferrocarril Santander-Mediterráneo.
El 20 de noviembre de 1930 se inauguró, con toda solemnidad y asistencia de vecinos y autoridades, la estación pozana del ferrocarril. He aquí un párrafo de la pintoresca crónica de El Castellano:
En Poza de la Sal los cohetes nos dan el mitin. Detonan en el espacio que es un primor. Salen a saludar al director general de Obras Públicas, el alcalde señor Quintanilla, los concejales, los señores Urcelay y Ortiz, en nombre de las fuerzas vivas, el juez don Félix Rodríguez, párroco y coadjutores, que hacen al señor director general algunas peticiones[18].

El estudio de referencia sobre Flaviaugusta
El pausado estudio que Santa-Olalla proponía en sus referidos artículos de 21 de septiembre, no se demoró mucho. Como hemos visto en el anterior capítulo, fue publicado, con el título “Antigüedades romanas de Poza de la Sal (Burgos)”, en el número de 1931-1932 del Anuario de Prehistoria Madrileña[19], pero, al final del mismo, figura Poza de la Sal (Burgos) – Bonn am Rhein, Otoño, 1928, por lo que hay que suponer que lo escribió en octubre-noviembre de ese año.
Asombrosamente, como también hemos tenido ocasión de precisar anteriormente, en este trabajo abandona, sin mayores justificaciones, su anterior tesis de que se trataba de las ruinas de la ciudad de Flaviaugusta, acogiendo la de Salionca.
Santa-Olalla firma ya con la aclaración de la Universidad de Madrid, pues, en efecto, en el verano de 1931 regresó de Alemania, incorporándose a partir del curso 1931-1932 como ayudante de la cátedra del Historia Primitiva del Hombre en la Universidad Central, de la que era titular su maestro Hugo Obermaier.
Como curiosidad, este último, considerado el fundador de la prehistoria y arqueología profesional en España, dedicó una extensa reseña al trabajo de Santa-Olalla en Revista de Occidente[20]. Además de alabar a su discípulo y de destacar el interés y la novedad de la necrópolis descubierta, Obermaier subrayaba:
Sus ruinas fueron destruidas a conciencia en la construcción del ferrocarril Santander-Mediterráneo, sin que los organismos oficiales correspondientes intervinieran para salvarlas. Sólo, y gracias a cierta juventud siempre alerta, en este caso de J. Martínez Santa-Olalla, se salvaron multitud de objetos, y, lo que es más importante, datos referentes a ellos, ya que de lo contrario todo se hubiera perdido de manera irreparable, o a lo sumo, se hubiera salvado tal o cual estela, de la singular necrópolis de Poza de la Sal, de interés internacional, que estaría en cualquier Museo sin que se conocieran las circunstancias del hallazgo.
Por lo demás, y por ser bien conocido, no me detendré aquí en el contenido del trabajo de Santa-Olalla citado, que ocupa un total de cincuenta y una páginas de texto, con veintiséis láminas independientes. Es, desde su aparición, la referencia historiográfica obligada sobre Flaviaugusta, citada siempre que alguien se acerca al tema. No obstante, a mi modesto entender y sin querer quitarle mérito ni valor, dicho estudio está necesitado de una revisión crítica, teniendo también en cuenta los artículos de su autor anteriores a los hallazgos del verano de 1928, así como sus, por el momento, inéditos cuadernos juveniles[21]. Quizá esa revisión puede proporcionar alguna sorpresa.

Santa-Olalla solicita excavar en Poza
De manera indirecta, Santa-Olalla volvió sobre los hallazgos de 1928 en dos nuevos trabajos de 1932 y 1933, si bien están ya centrados, de manera monográfica, en el fenómeno de las estelas-casa[22].
Pero, más allá de esas publicaciones, hay un dato inédito y muy significativo, registrado en sendas cartas particulares: el descubridor de Flaviaugusta solicitó realizar excavaciones arqueológicas en Poza.
La primera carta está dirigida, desde Bonn, el 15 de mayo de 1929, a Francisco Álvarez Ossorio, secretario de la Junta Superior de Excavaciones, y en ella parece retomar un plan previamente trazado sobre la realización de diferentes excavaciones arqueológicas. Para Castilla y como yacimientos de máximo interés que tiene a la vista, menciona Poza de la Sal como V. deseaba[23].
Y más adelante expresa:
Sería muy conveniente para los efectos oficiales que V. me indicó saliese la autorización de las excavaciones de Poza de la Sal a mi nombre, pues ahora comenzaré a trabajar en la Memoria que V. desea sobre las cosas de allá para la Junta. Así que la concluya que será pronto se la enviaré para que pueda ser publicada enseguida. El problema de las piedras que le enseñé es muy interesante, y mañana salgo para Colonia, Treveris y Metz a fin de estudiarlo mejor in situ, pues se da con gran frecuencia en Lorena.
La segunda carta, del mismo lugar y fecha, está dirigida al eminente arqueólogo Manuel Gómez-Moreno. En ella le participa, entre otros asuntos, sus conversaciones con Álvarez Ossorio, en torno a la autorización para
(…) en las vacaciones de verano practicar alguna excavación en Castilla (…), [entre otros puntos] en la dichosa Poza de la Sal que tantos disgustos dio en las destrucciones del año pasado[24].
¿Expidió la Junta la autorización solicitada? ¿Llegó Santa-Olalla a presentar la Memoria que anunciaba? Por el momento, nada he podido encontrar. Tampoco parece que, mientras él fue poderoso Comisario General de Excavaciones, entre 1939 y 1955, tomase ninguna iniciativa en relación con la proyectada excavación en la dichosa Poza de la Sal.
Casi un siglo más tarde, gracias al compromiso con su patrimonio cultural de un grupo de pozanos y al equipo profesional que dirige Esperanza Martín, apoyados por el Ayuntamiento, se ha conseguido que, por fin, se practique la tan esperada excavación. Y, afortunadamente, en eso estamos ahora, lejos de aquel verano de 1928 en que se hallaron y destruyeron una parte de las ruinas de la misteriosa Flaviagusta.
Jaime Urcelay
(Actualizada el 16/04/2024 para su incorporación al libro del autor «Poza de la Sal. Historias olvidadas». Nueva actualización el 16/06/2025).
[1] Además de los periódicos de Burgos, a los que se hará referencia a lo largo del capítulo, de la prensa nacional pueden destacarse: El Heraldo de Madrid, de 28 de agosto y 21 de septiembre de 1928; El Liberal, de 29 de agosto de 1928; La Nación, de 21 de septiembre de 1928; El Debate, de 31 de agosto, 26 de octubre y 11 de noviembre de 1928; La Región, de 21 de septiembre de 1928; Diario de la Marina, de 28 y 31 de agosto de 1928; y El Magisterio Español, de 1 de septiembre de 1928.
[2] RUIZ, N.: “Poza de la Sal. Rasguños II”, El Castellano, 28 de febrero de 1911. El autor del artículo, Napoleón Ruiz, proponía, como una posible solución al declive, la construcción de un gran sanatorio para tuberculosos.
[3] Los ánimos, no obstante, andarían en Poza turbados respecto a este soñado proyecto. El año anterior, el 26 de septiembre de 1927, se había producido en la Plaza Vieja una reyerta absurda, provocada por algunos jóvenes del pueblo, en la que murió por arma blanca uno de los capataces de las obras y resultó herido otro, padre del anterior. Sobre el proyecto del Ferrocarril Santander-Mediterráneo y su impacto en Poza, vid.: CASTILLO, B.: “El tren de la sal”, en Moreno Villa, M.A. (coord.): Santander-Mediterráneo. El ferrocarril que perdió el norte, Editorial Dossoles, Burgos, 2016, págs. 195 a 213.
[4] “Descubrimientos históricos”, en Diario de Burgos de 27 de agosto de 1928. Esta información tuvo inmediata réplica del Sr. Nethersole, director general de la Compañía Santander-Mediterráneo, derivando la posible responsabilidad hacia el contratista de las obras. Vid.: “Sobre unos descubrimientos arqueológicos”, en Diario de Burgos, 30 de agosto de 1928.
[5] FITA, F.: “Antigüedades…”, op. cit., pág. 211 y ss. Esta ornamentación es muy similar a la que se aprecia, por ejemplo, en el sarcófago que se exhibe en la planta baja del patio de la Casa Miranda, del Museo de Burgos, procedente de la ermita de Montes Claros, en la Merindad del Río Ubierna, en Burgos, catalogado como románico, y de otros dos hallados muy recientemente en el mismo lugar y que ya la prensa anticipó que se habían identificado como de época visigoda. Vid.: “El tesoro de Ubierna”, en Diario de Burgos de 4 de noviembre de 2022. Son bastantes los sarcófagos de este tipo encontrados en la provincia de Burgos y en algunos puntos de La Rioja. La datación segura del siglo XVI de los cadáveres originarios encontrados en los dos sarcófagos descubiertos en Ubierna en 2022, parece que zanja la polémica sobre su cronología, que sería del siglo VI, si bien sigue siendo una incógnita el significado de la decoración. Cfr.: «Los Sarcófagos de Ubierna», documental en cinco capítulos, Universidad de Burgos, 2025 vid. https://www.youtube.com/watch?v=KNBKDktDPeg (consultado el 16/06/2025); y CAMPILLO, J. y RAMÍREZ, M.M.: “Descubrimiento de una necrópolis altomedieval en Tubilla del Agua (Burgos)”, Kobie, Revista de Ciencias, Diputación Foral de Vizcaya, n.º XIV, Bilbao, 1984, págs. 211 a 213.
[6] HUIDOBRO, L.: “Un monumento burgalés de la antigua época cristiana”, Boletín de la Real Academia de la Historia, tomo XLIV, 1914. Amplió después su estudio en su libro dedicado al arte visigótico. Vid.: Ídem: Contribución…, op.cit., págs. 49 a 55.
[7] Extraigo estos detalles del acta de la sesión de 13 de octubre de 1928 de la Comisión Provincial de Monumentos de Burgos, Archivo-Biblioteca de la Real Academia de San Fernando, sig. 58-7. El Boletín de la Comisión Provincial de Monumentos Histórico y Artísticos de Burgos dio también cuenta de lo que iba sucediendo. Vid.: “Acuerdos y Noticias”, en el n.º 24, del 3er trimestre de 1928, págs. 342 y 343; e “Historial de la Comisión”, firmado por MMB, en el n.º 25, del 4to trimestre de 1928, págs. 378 y 379.
[8] Carta de Luciano Huidobro, con el membrete “Cronista de la Provincia de Burgos”, a Julio Martínez Santa-Olalla, de 25 de agosto de 1928. Archivo Museo de San Isidro. Los orígenes de Madrid. Signatura JMSO 1-2-78.
[9] MARTÍNEZ SANTA-OLALLA, J.: “Las ruinas…”, op.cit.
[10] “Carta de Luciano Huidobro…”, op. cit.
[11] Cfr.: “Hallazgos históricos”, en Diario de Burgos de 15 de septiembre de 1928. La crónica está fechada el día anterior.
[12] “Los descubrimientos de Poza de la Sal”, en Diario de Burgos de 20 de septiembre de 1928.
[13] Nuevamente, extraigo los datos de la citada acta de la sesión de la Comisión de 13 de octubre de 1928. Sobre la escultura de Mars Ulthor, vid. ACUÑA FERNÁNDEZ, P.: Esculturas militares romanas de España y Portugal. Tomo 1. Las esculturas thoracatas, Biblioteca de la Escuela Española de Historia y Arqueología de Roma, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Delegación de Roma, Burgos, 1975, pág. 115.
[14] MARTÍNEZ SANTA-OLALLA, J.: “Hallazgos romanos…”, op. cit.
[15] Ídem.: “Los hallazgos arqueológicos de Poza de la Sal”, El Castellano, Burgos, 21 de septiembre de 1928.
[16] Ver nota 4.
[17] Cfr.: “Las Comisiones de Monumentos”, El Debate, 26 de octubre de 1928; y “Las ruinas de Poza de la Sal”, carta firmada por Eloy García Quevedo, fechada el 29 de octubre de 1928 y publicada en el mismo diario el 11 de noviembre de 1928.
[18] “El Santander-Mediterráneo. Ha quedado inaugurado oficialmente el trozo Trespaderne-Cidad. Todos los pueblos por unanimidad, piden que continúe el ferrocarril hasta Santander”, en El Castellano, 20 de noviembre de 1930.
[19] MARTÍNEZ SANTA-OLALLA, J.: “Antigüedades…”, op. cit.
[20] OBERMAIER, H.: “Anuario de Prehistoria madrileña. Volúmenes II-III. 1931-1932. Ayuntamiento de Madrid. Madrid, 1932”, Revista de Occidente, núm. 120, junio de 1933, Madrid, págs. 352 a 355.
[21] Pendientes de publicación.
[22] MARTÍNEZ SANTA-OLALLA, J.: “Las estelas funerarias”, op. cit; e Ídem: “Monumentos funerarios…”, op. cit.
[23] Carta de Martínez Santa-Olalla a Francisco Álvarez Ossorio, fechada en Bonn el 15 de mayo de 1929. Archivo Museo de San Isidro. Los orígenes de Madrid. Signatura JMSO 2-5-926.
[24] Carta de Martínez Santa-Olalla a Manuel Gómez-Moreno, fechada en Bonn el 15 de mayo de 1929. Archivo Museo de San Isidro. Los orígenes de Madrid. Signatura JMSO 2-5-927.
