Poza de la Sal, rarísimo lugar salinero. Así se refería a nuestra villa Manuel Azaña, después de visitarla en septiembre de 19261. Quien, pasados los años, sería presidente del Gobierno y de la República, captó bien la peculiaridad de Poza, marcada en el talante humano de sus gentes y en su paisaje por un procedimiento ancestral y singular de explotación de la sal.
Desaparecidas nuestras salinas en el cortísimo periodo de tiempo comprendido entre aproximadamente 1975 y 19852, cobran ahora especial valor las fotografías inéditas de los nuevos fondos de Virgilio Soto y Cirilo Saiz, del Archivo de la Diputación Provincial de Burgos, dedicadas a la temática salinera pozana. De ellas empecé a compartir una selección en la primera parte de esta entrada. Unidas a las no demasiado abundantes imágenes ya conocidas de otros fotógrafos y a otras iniciativas, como los dibujos de Eduardo Sáiz, el Centro de Interpretación de las Salinas existente en la villa o la reconstrucción de granjas en Rusalado, son un magnífico recurso para la recuperación visual de un patrimonio inseparable de la identidad de Poza de la Sal.
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